Cuando mi hermano y yo éramos pequeños, la diferencia de comportamiento entre los dos era evidente. Quizá por la diferencia de personalidades y caracteres.
Yo siempre he sido un niño tranquilo que aunque hacía sus cosillas, porque tampoco era bueno del todo, nunca he sido muy escandaloso.
Sin embargo mi hermano era todo lo contrario.
Cuando no conseguía lo que quería, armaba unos escándalos estupendos.
Mi madre, ante esos aspavientos, lo amenazaba con dejarlo en cualquier cubo de basura que veía y a mí me entraba el ataque intercesor.
Mi hermano y yo siempre hemos estado muy unidos y no podía soportar ni siquiera la amenaza de que mi madre lo fuera a abandonar y desecho en llantos, clamaba por la vida de mi hermano. Eso es intercesión…
Interceder es mediar y actuar a favor de alguien. Yo creo que hay dos tipos de intercesión:
- Intercesión personal, por uno mismo, es decir, yo tengo una necesidad y me pongo delante del Señor para interceder por mí situación.
- Intercesión a favor de otra persona. Dentro de la intercesión por otras personas podemos establecer dos distinciones: por un lado la intercesión por nuestros hermanos que tienen necesidad y por el otro la intercesión por los perdidos.
De la segunda os quiero hablar hoy.
Cuando escribía está breve reflexión el Señor trataba conmigo sobre la necesidad que tenemos como Iglesia de comprometernos en la intercesión por los perdidos, por eso he titulado esta reflexión “Compromiso de intercesión”, porque el Señor está llamando a su Iglesia a comprometerse.
Para ello vamos a leer en Mateo 15 la historia conmovedora de una intercesora que demostró un tesón espectacular: la mujer Siro-fenicia que intercedía por su hija de la que decía que era gravemente atormentada por un demonio y que para mí representa al conjunto de los perdidos que diariamente y gravemente son atormentados, manejados y conducidos por los demonios.
Quiero que meditemos en dos cosas:
- En la mujer Siro-fenicia y las características que debe tener nuestra intercesión por los perdidos.
- En cómo responde Dios a estas oraciones analizando la respuesta de Jesús ante la intercesión desgarrada de esta mujer.
«Saliendo Jesús de allí, se fue a la región de Tiro y de Sidón.»
Mateo 15:21
«Y he aquí una mujer cananea que había salido de aquella región clamaba, diciéndole: ¡Señor, Hijo de David, ten misericordia de mí! Mi hija es gravemente atormentada por un demonio.»
Mateo 15:22
«Pero Jesús no le respondió palabra. Entonces acercándose sus discípulos, le rogaron, diciendo: Despídela, pues da voces tras nosotros.»
Mateo 15:23
«El respondiendo, dijo: No soy enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de Israel.»
Mateo 15:24
«Entonces ella vino y se postró ante él, diciendo: ¡Señor, socórreme!»
Mateo 15:25
«Respondiendo él, dijo: No está bien tomar el pan de los hijos, y echarlo a los perrillos.»
Mateo 15:26
«Y ella dijo: Sí, Señor; pero aún los perrillos comen de las migajas que caen de la mesa de sus amos.»
Mateo 15:27
«Entonces respondiendo Jesús, dijo: Oh mujer, grande es tu fe; hágase contigo como quieres. Y su hija fué sanada desde aquella hora.»
Mateo 15:28
LA MUJER SIROFENÍCIA
Características que tiene que tener nuestra interseción por los perdidos.
AMOR
Sólo el amor por su hija, podía mover a esta mujer gentil a pedirle a un judío reconociéndole como el Mesías.
Sólo el amor podía moverla a insistir y humillarse como lo hizo y sólo el amor nos mueve a interceder por los que nos rodean que se pierden de una forma aceptable y agradable al Señor.
¿Quién no ha hecho alguna locura por amor? Todos nosotros.
El amor mueve montañas y hay muchas clases de amor.
Está el amor por las cosas y por los animales, el amor entre amigos, que puede movernos a hacer cosas increíbles como a David y Jonatán; amor de pareja, que es más fuerte todavía y cuando es bendecido por Dios es muy bonito y deseable; pero de todos, bajo mi punto de vista, el más increíble e intenso es el amor de una madre.
Yo creo que no hay sentimiento mayor que este, una madre intercediendo por un hijo.
Durante mi vida de creyente he visto a un montón de hermanos clamar por personas perdidas, pero creerme jamás he visto oraciones tan conmovedoras como las oraciones que hacen las madres que tienen hijos que todavía no conocen o que han conocido y se han apartado de Cristo.
La urgencia es brutal y la necesidad conmovedora.
¿De qué nos habla el hecho de que en el texto sobre el que estamos meditando, la intercesión fuera de una madre por su hija? Del grado de amor y de la intensidad que debe tener nuestra intercesión.
Antes de interceder por los que se pierden, cerciórate de que los amas, de que los amas de una forma especial, familiar y profunda, pídele al Señor pasión por esas almas, esa pasión que tiene una madre por un hijo; porque si no, tu intercesión no va a llegar a ninguna parte.
Será una simple oración rutinaria.
Yo me crié en un colegio Evangélico.
De Evangélico tenía poco la verdad, sólo algunos profesores, porque no todos, mis dos primos mi hermano y yo, eso era todo lo evangélico que tenía nuestro colegio.
Eso y que existía la costumbre de que los que se quedaban a comer, tenían que orar por los alimentos.
La oración era la siguiente: “Gracias te damos Señor por la comida, dásela a los que no la tienen y que no haya más guerras en el mundo, amén”.
Todos los días la misma oración, fijaos que todavía la recuerdo… ¿sabéis que?, dudo bastante que ningún necesitado haya recibido nada gracias a la oración del comedor del colegio Evangélico y es que una oración sin pasión es una oración muerta, una oración rutinaria que no llega a ninguna parte.
Cuando Jesús les dio el “Padre nuestro” a los discípulos como modelo de oración les dijo que no usaran vanas repeticiones y es que esas oraciones muertas nunca tienen resultados.
¡Que nuestra oraciones estén llenas de pasión, que conmuevan las puertas del cielo y hagan temblar al infierno, que cuando clamemos por los perdidos, nuestras peticiones estén llenas de esa pasión que tiene una madre por un hijo, del amor que la mujer Siro-fenicia tenía por su hija!
FE
¿Qué es la fe? Me encanta hacer esta pregunta porque todo el mundo se sabe la respuesta pero no tiene ni idea de lo que es la fe en realidad.
Dice en Hebreos 11:1
«Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve.»
Hebreos 11:1
pero ¿qué es esto en realidad? Es creer en contra de toda previsión y circunstancia.
Si algo conmovió a Jesús de la mujer Cananea fue su fe, la convicción que tenía de que en Él se hallaba la solución, la certeza de que su esperanza solo en Él se podía ver cumplida.
Hace algún tiempo hubo elecciones.
Las encuestas decían que iba a ganar el PP como así fue y a mí la verdad, me daba un poco igual, Dios pone y quita reyes siempre para cumplir sus planes eternos pero si al final ganó el PP, además de porque el PSOE lo hizo bastante mal, es porque este partido ha traicionado la fe y la confianza de muchas personas.
Miles de personas depositaron su fe en Zapatero y tristemente les ha fallado, pero en eso consiste la fe, en confiar que alguien puede hacer algo por ti.
Nosotros como creyentes, hemos depositado nuestra fe y nuestra confianza en Jesucristo. Es lo que yo llamo la fe racional del creyente.
Sabemos, a través de las Escrituras y de la experiencia personal, que Él tiene todo el poder, que sólo él puede transformar las almas y que Él lo hace, así que cuando nos acercamos a Dios, lo tenemos que hacer con fe, con esa confianza que jamás ha sido traicionada, con esa certeza de lo que se espera, con esa convicción de lo que no se ve; esa fe que no atiende circunstancias ni pruebas y que mueve el corazón de Dios.
“Grande es tu fe”, le dijo sorprendido Jesús a la mujer y obró el milagro.
Un poco antes en el capítulo trece dice que Jesús estuvo en Nazaret y no obró allí muchos milagros a causa de la incredulidad de ellos y no es que Dios no pueda obrar milagros si no hay fe, claro que puede; es que las peticiones y la intercesión sin fe no mueven su corazón.
Así que acerquémonos, intercediendo por los perdidos, confiadamente sabiendo que Él tiene todo el poder para obrar lo que pedimos y que la fe, mueve su corazón.
PERSEVERANCIA
Todo el mundo conoce la fábula de la liebre y la tortuga.
Había en el bosque una liebre muy rápida que siempre se estaba burlando de una tortuga que iba muy despacito.
Un día supongo que cansada ya, la tortuga retó a la liebre a una carrera y la liebre riéndose de ella aceptó.
Ya sabéis, la liebre corría y se echaba a descansar, cuando llegaba la tortuga que no paraba.
Se reía de ella, corría un poco más y se tumbaba a descansar, bueno pues en una de estas tumbadas se quedó dormida y ¿qué paso? Que la tortuga ganó la carrera.
¿Qué nos enseña esta fábula? que la perseverancia obtiene más resultados que la habilidad descuidada.
Hace algún tiempo nuestro pastor nos habló de su vecina y de la carrera que consiguió sin tener todas las facilidades, por su perseverancia y cuando meditaba en la perseverancia, recordaba a Pablo.
Muchas veces he escuchado como la gente se sorprende cuando dice que pidió tres veces para que la enfermedad le fuera quitada, pero lo que se esconde detrás de esa afirmación es que Pablo clamó hasta que recibió respuesta.
Oró la primera vez y nada, oro la segunda y nada y oró una tercera y ahí vino la respuesta, “bástate mi gracia, porque mi poder se perfecciona en tu debilidad”.
Seguramente habéis estado enfermos o sufriendo dolor, pensadlo bien, para mi orar tres veces por una enfermedad que me está castigando, es un ejemplo de perseverancia.
La mujer Cananea o Siro-fenicia es un ejemplo de perseverancia ante la pasividad de Jesús y su falta de respuesta, una perseverancia que obtuvo resultados.
Así deben ser nuestras intercesiones, constantes y perseverantes hasta que obtengamos respuesta, persevera en tu intercesión, persevera, persevera.
Hasta aquí hemos visto tres características que son indispensables en nuestra intercesión por los perdidos: amor, fe y perseverancia.
Ahora vamos a analizar la respuesta de Jesús ante la intercesión de la mujer Cananea para entender un poco mejor cómo reacciona el Señor ante nuestra intercesión:
JESÚS Y SU TRATO
Cómo recibe el Señor nuestra interseción
PRUEBA DE FE: El Señor nos aprieta las tuercas
Cuando nos acercamos a Dios en intercesión, lo primero que suele hacer es probar nuestra fe y lo hace de dos maneras:
1. Guarda silencio: Ante la petición de la mujer la primera reacción de Jesús que me llama muchísimo la atención fue no responder palabra.
Ahora estoy trabajando en una empresa en la que me paso la mayor parte del tiempo hablando por teléfono y no podéis imaginar lo terribles que son los silencios.
Cuando alguien te pregunta algo, lo que espera es una respuesta, pero dice la Escritura que Jesús no respondió palabra.
Cuantas veces lo que sentimos después de clamar es silencio, es que Dios no responde; si te encuentras en una situación de silencio, persevera, porque Dios está probando tu fe.
El Silencio divino siempre es una señal de que nuestra fe está siendo probada dentro de cualquier tipo de intercesión.
2. Deja que la situación se agrave: Jesús no tuvo bastante con guardar silencio ante la petición de la mujer, sino que cuando habló fue para llamarla perrillo y decirla que no era digna de que obrase a su favor porque no era judía sino gentil.
Cuantas veces clamamos, intercedemos, suplicamos y no sólo no recibimos respuesta, sino que las situaciones por las que estamos pidiendo empeoran.
Cuando Lázaro, el hermano de Marta y de María enfermó gravemente, sus hermanas mandaron gente a buscar a Jesús y que hizo él, se quedó dos días más donde estaba y la situación empeoró gravemente, es decir peor no podría haber ido, Lázaro murió
Es en ese silencio, y en ese agravamiento de las situaciones que el Señor está probando nuestra fe y nuestra perseverancia.
No hay situación difícil para Dios, Dios puede levantar a los muertos y Dios puede levantar a ese muerto espiritual por el que estás clamando así que, aunque no recibas respuesta y aunque veas que la situación empeora, persevera, ¡porque la respuesta viene!
LA RESPUESTA
Después de probar tu fe a través del silencio y del empeoramiento de las circunstancias, Dios te da la respuesta. Así lo hizo con la mujer Cananea, después de guardar silencio y probarla hasta el extremo le dió la respuesta.
Me imagino a Jesús como a un niño que tiene un regalo guardado y no puede aguantarse para darlo y le veo conmovido llorando ante la tumba de Lázaro aunque sabía que era necesario.
Así es mi tía Nimsi. Si te va a regalar algo, no esperes que lo haga en la fecha y el tiempo adecuado, no lo resiste te lo da y punto, mi hermano también es así. Recuerdo cuando era niño que mis primos recibían sus reyes en Septiembre. Mi tía y mi hermano Cuando tienen un regalo es como si se estuvieran haciendo pis y tienen que soltarlo, pues igual.
Así es el Señor con nosotros, tiene el regalo de la respuesta esperando a que hayamos aprendido lo suficiente o lo que Él quiere enseñarnos, para dárnoslo. Si nuestra intercesión está llena de amor, de fe y de perseverancia y pasa la prueba, la respuesta viene, Él responde.
Que el responda no significa que haga lo que queremos, pero tenemos la confianza de que su respuesta va a ser siempre lo que más conviene y ese es nuestro descanso, nuestra alegría, Dios siempre responde.
CONCLUSIÓN
Mientras preparaba esta breve reflexión recordaba mi testimonio.
Después de varias complicaciones médicas, que sucedieron a una operación de estómago, tuvieron que abrirme otra vez y en esta segunda operación estuve muerto unos minutos, mi corazón dejó de latir.
Mientras estaba muerto, vi un círculo de gente cogida de las manos clamando por mí y el Señor me dijo que la intercesión de su pueblo, el clamor en unidad había movido su corazón a tener misericordia de mí.
Yo siempre he visto lo que me sucedió a nivel físico como una resurrección a nivel espiritual.
Yo estaba muerto físicamente y espiritualmente y sucedió el milagro, no solo estoy vivo físicamente sino que también lo estoy espiritualmente gracias a la intercesión del pueblo de Dios.
Ese día el Señor me hizo comprender la urgente necesidad de que la Iglesia se ponga a clamar por la gente que nos rodea que se va al infierno y desde entonces esa necesidad no ha cambiado.
Cuando meditaba en esto y en el texto sobre el que hemos hablado, todo me conducía a hacer un compromiso de intercesión.
Hermanos, es hora de que como individuos y como Iglesia nos comprometamos delante del Señor a interceder, como la mujer Siro-fenicia, por los hijos que se nos mueren; es hora de hacer un COMPROMISO DE INTERCESIÓN.