El diálogo es la manera en la que dos personas se comunican e intercambian información.
Los agentes de un diálogo se llaman interlocutores y es una forma común del lenguaje que se ha incluso constituido en un estilo literario…
Ya en los escritos de antiguos filósofos se utilizaba este recurso, como por ejemplo en las obras de Sócrates, que incluyen los diálogos de diferentes personajes y hasta de Platón, con los que se cree que fue el precursor de una nueva forma de establecer y aclarar conceptos en la filosofía denominada como mayéutica.
Para que se establezca la comunicación, debe haber un emisor, un receptor, un canal y un código que ambos interlocutores entiendan.
En un diálogo normal entre Luís y yo, yo sería el emisor, LuIs sería el receptor, el código sería el idioma español y el canal el aire, si estamos hablando en vivo o el teléfono, si hablamos por teléfono.
Para que se dé una comunicación correcta es necesario que los dos comprendamos el código y que el canal funcione, si no, la comunicación será infructuosa.
Si yo le hablo a Luis en Alemán y el no entiende más que inglés, la comunicación, el intercambio de información es imposible; o si yo llamo a Luis por teléfono y él se pone la Biblia en la oreja y responde, la comunicación también será infructuosa.
La Palabra de Dios está llena de Diálogos, entre personas, entre Dios y personas, y entre Dios y las personas que lo componen en el seno de la trinidad.
Tenemos a Adán hablando con Dios, tenemos a Moisés hablando con Faraón y con el pueblo, tenemos a Jesucristo hablando con Nicodemo, con sus discípulos, con la mujer Samaritana, con la mujer siro fenicia, con Herodes, con Pilatos… pero más importante con su Padre.
Dice la Escritura que Jesucristo se apartaba a los lugares desiertos a estar con el Padre, a orar, a hablar con él, a dialogar.
La comunicación es una constante bíblica porque tenemos un Dios, que a diferencia de todos los dioses que ha habido, y que el hombre se ha inventado, ha querido comunicarse con sus hijos una y otra vez y la máxima expresión de ese deseo de comunicación se ha manifestado en Jesucristo, Emanuel, Dios con nosotros.
Sin embargo, en repetidas ocasiones vemos como los receptores o no entienden el mensaje, o no quieren entenderlo, o lo entienden y pasan de obedecerlo.
Cuando pensaba en los diálogos de la Palabra, y sobre el diálogo del que os quiero compartir que afortunadamente es un diálogo en el que el receptor captó el mensaje, me acordaba de una película que vi de niño; se llamaba «NO ME CHILLES QUE NO TE VEO».
Los dos protagonistas de esta película tenían un puesto de periódicos delante del cuál mataron a una persona y trata de la ayuda que se dan para poder denunciarlo. Uno es ciego y el otro es sordo, así que ya podía gritar el ciego y hacer gestos el sordo que de esa forma no se iba a dar la comunicación nunca.
En una lectura simple y por encima, esa es la impresión que ofrece este diálogo. Debo confesaros que cuando lo leí por primera vez y varias de las siguientes, lo que se quedaba en mi cara era un gran signo de interrogación; un no entiendo nada enorme, era como si un ciego y un sordo estuviesen manteniendo una conversación que no llegaba a ninguna parte hasta que mi profesor de homilética nos habló de él de una forma muy reveladora. Vamos a leer este diálogo en Josué: 5:13
Estando Josué cerca de Jericó, alzó sus ojos y vio un varón que estaba delante de él, el cual tenía una espada desenvainada en su mano. Y Josué, yendo hacia él, le dijo: ¿Eres de los nuestros, o de nuestros enemigos?»
Josué 5:13
El respondió: No; mas como Príncipe del ejército de Jehová he venido ahora. Entonces Josué, postrándose sobre su rostro en tierra, le adoró; y le dijo: ¿Qué dice mi Señor a su siervo?»
Josué 5:14
Y el Príncipe del ejército de Jehová respondió a Josué: Quita el calzado de tus pies, porque el lugar donde estás es santo. Y Josué así lo hizo.
Josué 5:15
CONTEXTO
En este texto nos encontramos en un momento importantísimo en la vida de Josué.
Después de haber estado 40 años caminando por el desierto, con todo lo que ello implica, sirviendo a Moisés y demostrando su valía como hombre de fe, (como uno de los únicos dos espías que tuvo fe cuando fueron a reconocer la tierra) había llegado su momento, el momento de tomar el relevo como líder de un pueblo que iba a conquistar la tierra que Dios les había prometido.
Moisés había fallecido, como producto de su rebelión Dios le dijo que no entraría en la tierra y su muerte estaba reciente.
Cuando Moisés falleció Dios comisionó a Josué en un capítulo maravilloso y sobre todo le dijo que se esforzase y fuese valiente.
Después de cruzar el Jordán con todo el pueblo y bajo las instrucciones específicas del Señor, manda a dos espías a reconocer la tierra, purifica y prepara al pueblo y está listo para entrar en batalla.
En el texto que hemos leído se nos dice que Josué estaba cerca de Jericó y la mayoría de los autores coincide en que probablemente se había alejado un poco del pueblo, que estaba acampado en los aledaños de la ciudad, para buscar un poco de paz que le dejara meditar y preparar la invasión.
¿Qué hacía Josué por ahí? Yo no lo sé y esa interpretación tiene sentido, más cuando Josué es un tipo de Cristo y éste como hemos dicho antes se apartaba a lugares desiertos a comunicarse con el Padre; pero en cualquier caso, no es relevante y en las Escrituras no se nos aclara, lo que sí se puede deducir claramente es que estaba solo, en los alrededores de la ciudad antes de una batalla.
En ese contexto encontramos este diálogo y pensaba cuan similar es la vida del cristiano. Como cristianos vivimos de batalla en batalla, y tenemos prometido un fin de descanso glorioso, pero hasta que lleguemos a ese fin esperado, nos queda por delante un largo camino de batallas en el que tenemos el consuelo de que antes, Dios se nos aparece tal y como lo necesitamos, nos afirma y nos reconforta.
Así que lo que os propongo es un análisis de este diálogo por frases y las implicaciones y enseñanzas que están tienen para nuestras vidas:
PREGUNTA 1. ¿ERES DE LOS NUESTROS, O DE NUESTROS ENEMIGOS?
Josué estaba alerta y preparado
Josué vio a un hombre cerca de él con una espada desenvainada en la mano.
En la Palabra con un lenguaje poético se nos dice que Josué fue hacia él, pero yo no creo que fuese un acercamiento ni tranquilo ni muy cordial.
En la Biblia no lo dice pero en una situación de guerra en la que de repente se te aparece un hombre con una espada en la mano, yo echaría mano de la mía antes de que me hiciesen nada.
Cuando mi madre está cocinando o haciendo cosas en la cocina y yo me acerco por detrás sigilosamente sin hacer ruido, cuando se da cuenta de que estoy allí, da un grito enorme y después echa mano de la sartén para defenderse.
Por lo que podemos deducir de la conversación, Josué está tranquilo, pero alerta, confiado en la Palabra que antes el Señor le ha dicho, “nadie te podrá hacer frente” pero preparado para enfrentar lo que sea; en ningún sitio se nos dice que se asustara, que se impresionara o que actuara como resultado de una impresión porque normalmente cuando actuamos así, lo hacemos mal.
Sin embargo el guardó la calma y preguntó muy convenientemente ¿Eres de los nuestros, o de nuestros enemigos?
Veo en esta primera pregunta la actitud que debe tener el cristiano constantemente. Tranquilo y confiado en que su Señor tiene el control de todo, pero alerta, preparado.
En 1 de Pedro 5:8, Pedro dice:
Sed pues sobrios, y velad pues vuestro adversario el Diablo anda como León rugiente buscando a quién devorar.
1 Pedro 5:8
Que difícil, en tiempos de presión y de tensión es ser sobrio; pero encima si tenemos que velar es más complicado todavía.
Estos días atrás, una señora se desmayó y se cayó a las vías del metro justo dos minutos antes de que un tren entrara en la estación. Un policía que estaba por allí en su día libre, con mucha sobriedad y tranquilidad, saltó a la vía y rescató a la mujer.
Si aquel hombre pudo actuar tan afortunadamente, fue porque aunque no estaba de servicio, estaba alerta a todo lo que estaba pasando a su alrededor y guardó la calma ante una situación tan tensa.
Esa es la actitud del cristiano, la que tenía Josué en ese momento de tensión, y la que tenemos que demostrar nosotros en nuestra vida. El cristiano debe ser como un policía que aunque esté fuera de servicio, está alerta y preparado para hacer frente a cualquier situación; confiado pero dispuesto.
No reconoció a Dios en esa manifestación
Estamos hablando de Josué, siervo y discípulo de Moisés.
Josué estaba allí cuando la nube cubría al pueblo, estaba allí cuando la columna de fuego se puso entre Israel y faraón para que el rey y las tropas de Egipto no les hicieran daño; estaba allí cuando la gloria de Dios bajó sobre la montaña y se oían truenos y relámpagos y estaba allí cuando la presencia de Dios inundaba el tabernáculo, pero en esa manifestación no reconoció a Dios y lo podemos ver en su pregunta «¿Eres de los nuestros, o de nuestros enemigos?» En otras palabras «¿quién eres?»
Encorsetamos a Dios, lo limitamos a nuestras estructuras
He llegado a la conclusión de que Josué no reconoció a Dios en esa manifestación, porque no esperaba que Dios se manifestase de esa forma.
Lo había visto como columna, como nube, como relámpagos pero nunca como un soldado de rango superior preparado para pelear.
Somos muy cuadriculados y esperamos que Dios se comporte de formas estipuladas. Yo oro, el responde, yo levanto las manos en la adoración y siento un escalofrío, yo ofrendo y el me bendice… Perdemos de vista que Dios es soberano y se revela a nuestras vidas como a él le place, como más lo necesitamos y de la manera más conveniente para sus propósitos.
Esto os lo he contado cuando os he hablado de mi testimonio. Cuando estaba a punto de venir de U.S.A porque vivía allí, una amiga mía que no lo estaba pasando muy bien me dijo: “Tío a mí me encantaría que Dios me mandase un cartel con algún mensaje o un ángel para hablarme” Yo cargado de razón, de lógica y de religiosidad, le dije: “Mira, Dios no te va a mandar un cartel, ni un ángel porque esa no es la forma en la que el actúa” Como sabéis después, cuando estuve muerto y el Señor me habló, me mostró un cartel y un ángel y fue como una colleja enorme.
¿Quién soy yo para limitar a Dios y decir de qué manera o de qué manera no actúa? Pues nadie.
Él es Dios y antes de la lucha, en tus momentos en los que más lo necesites se va a revelar a tu vida de la forma más adecuada y de una manera en que probablemente no esperas y es que Dios siempre nos sorprende. Estoy seguro de que lo último que esperaba Josué es que Dios se le presentase en forma de soldado pero era lo más adecuado en ese momento.
RESPUESTA 1. NO; MÁS COMO PRÍNCIPE DEL EJERCITO DE JEHOVÁ HE VENIDO AHORA
La lucha es de otra índole
La primera parte de la respuesta me encanta. No.
- ¿Eres del Barsa o del Madrid? No.
- ¿Prefieres el dulce o lo salado, el mar o la montaña, te llamas Pedro o Mariano? No.
- ¿Eres de los nuestros o de nuestros enemigos? No.
Lo que significa esta primera parte de la repuesta es ni lo uno ni lo otro.
Lo que significa es esa no es la pregunta adecuada porque la lucha es de otra índole; a tu nivel, hasta donde llegan tus ojos ves que tu pueblo va a entrar en guerra con otro, pero desde mi punto de vista el combate es a otro nivel, es una lucha espiritual.
La respuesta significa Josué entiende que lo que se está librando aquí es de un nivel superior y yo tengo el control.
En Efesios 6.12 dice:
Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes.
Efesios 6:12
Como hijos de Dios tenemos que ser conscientes de que la lucha que tenemos es espiritual, que esta lucha espiritual evidentemente tiene una manifestación física, pero que desde luego tiene una trascendencia espiritual y que más nos vale tener al príncipe del ejercito de Jehová de nuestra parte porque si no, estamos perdidos.
Cuando el Rey de Siria quería atacar a Israel, Dios le revelaba a Eliseo sus planes y siempre se los reventaba. Harto ya el Rey, mandó un gran ejercito a la ciudad donde Eliseo estaba y la sitió.
El criado de Eliseo se asustó y se lo dijo a su patrón y Eliseo le dijo: “no te preocupes que más son los que están con nosotros que los que están contra nosotros” y oró para que le fueran abiertos los ojos al criado que pudo constatar como él y su señor estaban rodeados de ángeles que luchaban por ellos.
Eliseo era un hombre sensible y que se movía en esa realidad espiritual.
Así tenemos que ser los creyentes, siempre conscientes de que la oposición física, no es más que una manifestación de la lucha espiritual y que para esa guerra, el príncipe del ejército de Jehová está con nosotros.
Pidámosle al Señor que abra nuestros ojos espirituales para para comprender que mayor es el que está con nosotros que el que está contra nosotros.
¿Quieres luchar esta guerra y salir victorioso? ¡Acércate al príncipe!
Yo tengo el control del ejército, tengo un rango superior
Con la frase: “mas como príncipe de ejercito de Jehová he venido ahora” el ángel de Jehová le está diciendo a Josué, mira tú eres el general del ejército de Israel, el ejército que está a este nivel, pero yo soy el príncipe del ejercito de Jehová, de un ejército que está a un nivel superior y que está luchando por vosotros; en otras palabras: yo tengo el control.
El otro día hablaba con mi tía Liliana sobre el próximo viaje de nuestra luna de miel. Le contamos nuestros planes y le parecieron estupendos pero sobre todo, porque el destino que hemos elegido está a solo dos horas de avión. Ella tiene un miedo terrible a volar. Prefiere hacer un viaje de tres días en coche, a subirse en un avión.
Evidentemente los miedos, en su mayoría son irracionales, y este lo es también, o por lo menos estadísticamente no se puede apoyar, porque el avión es el medio más seguro de transporte.
La sensación que a mí me molesta en realidad cuando voy en avión aparte de la comida y de las turbulencias, y que creo firmemente que está conectada con el miedo que tienen los que no pueden volar, es la sensación de que no tienes el control.
Eso es lo que realmente asusta, no saber lo que está pasando y no poder solucionarlo tú. Pero piénsalo bien, a mí de más joven me encantaba conducir, ahora, me encanta que me lleven, me encantaría tener chófer, sobre todo si es alguien que conduce bien; si no conduce bien voy acelerando y frenando en mi asiento. Si no tengo miedo a volar, es porque de alguna manera, confío en que la persona que tiene el control del avión es una persona competente, profesional y convenientemente preparada para llevarme a mi destino, así que me relajo.
Qué confianza más gloriosa tenemos los hijos de Dios. Sabemos que el príncipe del ejército de Jehová está luchando por nosotros, sea cual sea la guerra que estamos librando y eso nos da una paz que sobre pasa todo entendimiento, nos podemos relajar, estar sobrios y tranquilos pero alertas, el Ángel del Señor lucha por nosotros.
PREGUNTA 2. ¿QUÉ DICE EL SEÑOR A SU SIERVO?
Reconocimiento de superioridad. (Humildad)
En esta segunda pregunta lo primero que hace Josué, es reconocer la superioridad de Jehová. Él que era la persona más importante en el pueblo de Israel, el piloto del avión, el Sheriff, el pez gordo, con esta pregunta estaba reconociendo que Jehová era su Señor y que él era su simple siervo.
Todos los hombres de Dios que han hecho algo importante para el Señor, han sido y han demostrado humildad.
En la matemática inversa del reino así es como funciona. El más grande, es el más pequeño, el más humilde, es el que llega a hacer algo.
José era humilde, cuando dio la interpretación del sueño a Faraón reconoció su humildad diciendo que la interpretación venía de parte de Dios, cuando podía haberse colgado una medalla; Moisés, no se consideraba capaz de llevar a cabo la tarea que Dios le había encomendado, Daniel, le dio el honor a Dios cuando interpretó el sueño de Nabucodonosor, Pablo era tan humilde que consideraba todos sus logros como basura y Jesucristo, que estaba completamente sometido a la voluntad del padre, dijo: “aprended de mí que soy manso y humilde”
Con esta segunda pregunta Josué estaba demostrando humildad, y es que si quieres que el príncipe de los ejércitos dirija tu guerra, un requisito indispensable es la humildad. “Dios resiste a los soberbios y da gracia a los humildes”.
O sea que a los que no se someten, a los que no son humildes no ayuda nada, pero su brazo está extendido para apoyar y ayudar a los humildes.
Como cristianos que somos, revistámonos de humildad sin perder de vista que servimos al Señor, que no somos más que siervos.
Disposición para la obediencia
Con esta pregunta Josué también demuestra que está dispuesto a obedecer diga el Señor lo que diga. Si no hubiese estado dispuesto a obedecer no habría preguntado nada.
Nada agrada más al Señor que la obediencia. Cuando Saúl luchó contra Amalec, Dios le advirtió que destruyese todo pero él no hizo caso.
Cuando fue reprendido por el profeta Samuel, Saúl intentó escurrir el bulto acusando al pueblo y diciendo que habían cogido de las primicias del anatema para ofrecer sacrificios a Jehová.
A esto le respondió Samuel: “¿Se complace Jehová tanto en los holocaustos y víctimas, como en que se obedezca a las palabras de Jehová? Ciertamente el obedecer es mejor que los sacrificios, y el prestar atención que la grosura de los carneros.”
Si una característica tenemos que tener como buenos soldados cristianos antes de entrar en guerra, es estar dispuestos a obedecer.
Si preguntas, cerciórate de que estás dispuesto a obedecer porque puede que la respuesta no te guste, pero sin lugar a dudas cuando Dios da una orden, obedecer es lo mejor.
RESPUESTA 2. QUITA EL CALZADO DE TUS PIES
¿Qué respuesta es esta antes de entrar en guerra? Yo esperaba un plan estupendo, o por lo menos una respuesta más espectacular hasta que comprendí que Josué la necesitaba mucho más que un plan.
Prueba (Demostración física del reconocimiento)
Quitarse el calzado delante de alguien en señal de reverencia, para los orientales era una señal de respeto y de reconocimiento. Con esta respuesta lo que le pidió el Señor fue una prueba física de su confesión oral.
Ya sabéis que mi hermano ha sido muy trasto toda su vida, y que lo sigue siendo; pero igual que ha sido muy trasto, tiene un gran corazón y es una persona muy especial.
Cuando éramos pequeños y armaba alguna, que pasaba muy a menudo, luego enseguida iba a dónde estaba mi madre y le decía que la quería mucho y la intentaba engatusar.
Recuerdo perfectamente, quizá porque también me lo ha dicho a mí, como con mucho amor mi madre le decía, mira, “obras son amores y no buenas razones” en otras palabras: “dices que me quieres, pues demuéstralo con tus actos”
Nos es muy fácil decir que amamos a Dios y que es nuestro Señor y no demostrarlo con nuestros actos.
Nos es muy sencillo decir que amamos al Señor y no venir a las reuniones, nos es muy fácil decir que amamos al Señor y no comprometernos ni con los diezmos ni con las ofrendas, nos es muy fácil decir que Dios es nuestros Señor y no vivir vidas de santidad, y decir mentirijillas, llevarnos cosas del trabajo y no demostrar que somos hijos suyos ni tan siquiera en lo cotidiano.
Dios demanda demostraciones del afecto que decimos tener por él, pero no porque él necesita saber que es verdad, él ya lo sabe, sino porque nosotros hablamos muy rápidamente y no somos consecuentes con lo que decimos.
Si recordáis a Pedro, que es la viva imagen de la impulsividad vocal, pero que nos representa a todos nosotros los cristianos cuando nos llena la emoción, le dijo a Jesús que no le negaría jamás. ¿Qué pasó? Que Jesús le dijo que antes de que cantara el gallo tres veces lo haría y así fue.
Como cristianos que decimos ser, vivamos vidas consecuentes con lo que decimos que hemos creído. Vivamos como siervos del Señor dando testimonio con nuestros actos de lo que decimos que somos. ¡Quitemos el calzado de nuestros pies en señal de reverencia y de absoluta obediencia!
Confirmación
Josué en esta situación que estaba viviendo necesitaba un empujón de confirmación, el Señor lo sabía y se lo dio. Sobre sus hombros llevaba la carga de ser el líder de todo un país mientras este tomaba posesión de su territorio y eso era una responsabilidad muy grande.
Hemos dicho antes que Josué caminó por el desierto al lado de Moisés sirviéndoles y estoy seguro, de que escuchó en más de una ocasión como fue el acontecimiento del llamamiento de Moisés. Si lo recordáis Moisés estaba pastoreando las ovejas de su suegro en el desierto cuando vio una zarza que ardía pero no se consumía.
El hecho de que una zarza ardiera en el desierto no era nada especial pero el hecho de que no se consumiera, sí que lo era, así que se acercó.
Cuando se acercó Dios se le reveló con su nombre y lo comisionó para la tarea de sacar a su pueblo de Egipto, pero lo más importante de todo, le dijo “quita el calzado de tus pies porque la tierra que pisas, tierra santa es”.
Estoy seguro de que cuando Josué escuchó la orden, entendió muchas cosas pero sobre todo fue una confirmación absoluta de su llamamiento como nuevo líder.
El sucesor era llamado de la misma forma que el antecesor.
Dios conoce nuestra debilidad, conoce que somos polvo y que necesitamos confirmaciones de nuestro llamamiento continuamente.
Dios te ha llamado, y a lo largo del camino, cuando él lo estime oportuno te va a dar esas confirmaciones que te dejarán saber que estás y vas por el camino correcto.
Necesitas pruebas, necesitas confirmación, pídeselas al Señor, Él te las va a dar cuando estime oportuno pero estate dispuesto a ser obediente y a aceptar el reto.
Otra persona que recibió confirmación cuando estaba de camino a cumplir con la tarea que Dios le había comentado fue Pablo.
Podemos leer en Hechos 23 como después de haber llegado a Jerusalén y de haberse enfrentado con el concilio judío que quería acabar con él, el Señor se le aparece en la noche para confirmarle, para indicarle que está en el camino correcto y para darle ánimos.
Le dice que igual que ha dado testimonio de él en Jerusalén, lo tiene que dar en Roma, así que todavía le queda trecho por recorrer pero va por el camino correcto.
Así actúa el Señor con nosotros. Cuando nuestras fuerzas flaquean, cuando necesitamos nuevo aliento, ánimo, confirmación, cuando estamos al límite, el aparece en nuestras vidas balizando el camino e iluminándolo todo con su gloria.
CONCLUSIÓN
Dios quiere comunicarse contigo y para ello es bueno que dediquemos tiempo para estar a solas, apartados del ruido que nos rodea y que en muchísimas ocasiones no nos deja sintonizar ese canal espiritual que tanto necesitamos.
Dios quiere comunicarse contigo y quiere hacerlo de una forma en que lo entiendas. Ni él es ciego ni tu eres sordo, esto no es NO ME CHILLES QUE NO TE VEO. Cuando se da la comunicación con Dios siempre salen cosas nuevas, siempre queda algo.
En ese diálogo Dios va a ordenar tus prioridades y propósitos, te va a decir lo que te tenga que decir, se va a presentar a tu vida como mejor le parezca, pero muy importante, estoy seguro de que va a demandar obediencia.
No sé cuáles son tus guerras, si estás en medio de ellas, o si estás en los alrededores de alguna batalla, Dios lo sabe, pero sí que sé, que si en ese diálogo das la talla en cuanto a humildad y obediencia, el ángel del Señor va a pelear por ti y eso significa una victoria segura, el Señor te va a confirmar, te va a llenar de ánimo y va a iluminar tu camino.
Hermanos buscad al Señor de todo corazón, pasad tiempo con Él, demostradle vuestra obediencia, porque no tenemos lucha contra carne ni sangre, aunque lo parezca, aunque parezca que nuestros problemas diarios son los que nos tienen la vida echa un cuadro; la fuente es espiritual y sin la ayuda del príncipe del ejercito de Jehová, yo no quiero ir a esa guerra.