Dios se ha revelado.
Esta es la premisa incontestable de esta lección.
En ella analizaremos la necesidad que como seres humanos tenemos de que Dios nos alcance en su misericordia con información sobre sí, las formas en que lo ha hecho y sobre todo, la necesidad que tenemos de que esa revelación general que el Señor nos ha dado en su creación, sea completada con la revelación especial que es la Biblia.
Analizaremos la Biblia, su estructura y composición, su confiabilidad, su autoridad y características que posee como la inspiración y la inherrancia que la hacen única.
Dios no nos ha creado y nos ha abandonado sino que se ha revelado a nuestras vidas con el fin de no dejarnos a la deriva y de conducirnos a la salvación que sólo se encuentra en Jesucristo y su sacrificio.
Nos ha revelado su plan de salvación para los hombres y como toda la historia nos conduce hacia un final eterno de comunión con Él, si nuestra respuesta es adecuada a esa revelación, o de eterna condenación, si rechazamos el amor y la gracia con que el Señor nos ha extendido su mano haciendo su conocimiento accesible para nosotros, criaturas finitas.
Que Dios se haya revelado debía de llenarnos de un gozo bendito, y debe ser la fuerza que nos impulse para querer conocerle mejor a través de su Palabra y a salvar dificultades como la paradoja del conocimiento divino, o el hecho de que no existan los textos originales de las Escrituras tales como los escribieron sus autores.
Cuestiones que como demostraremos, no le restan ni un ápice de confiabilidad a los escritos sagrados.
Por eso, porque que Dios ha decidido revelarse en su creación y en su Palabra, es el punto de partida sobre todo conocimiento sobre nuestro Señor y porque deseamos con el corazón hacerlo y hacerlo bien, hemos decido empezar estudiando la revelación.
Por qué estudiamos la Biblia y esperamos que sea de bendición para su Iglesia.
LA NECESIDAD DE REVELACIÓN
Cómo seres humanos que somos tenemos muchas necesidades que buscamos satisfacer por nuestro bien-estar o por el mero hecho de procurar sobrevivir.
Nosotros, en este estudio, hemos decidido dividir éstas en tres niveles, aunque la división queda abierta y no es en absoluto definitiva.
Quedaría de la siguiente manera: nivel físico, nivel sentimental y nivel intelectual.
- A Nivel físico: necesitamos comer, necesitamos beber, necesitamos dormir, necesitamos ropa de abrigo para protegernos del frío etc…
- A nivel sentimental: necesitamos amor, reconocimiento, apoyo etc…
- Y a nivel intelectual: tenemos necesidad de aprender, tenemos necesidad de conocer, tenemos la necesidad de satisfacer nuestros interrogantes existenciales etc…
y será en esta necesidad intelectual en la que nos centraremos en esta lección.
Desde que nacemos aprendemos. En una primera fase por imitación y en una posterior, con un componente intelectual y razonador, pero sin duda alguna, si algo caracteriza la existencia del ser humano es que su vida es un continuo aprendizaje.
Aprendemos a hablar imitando los sonidos que escuchamos de nuestros padres y de la gente que nos rodea.
Cuando vamos al colegio, aprendemos a atarnos los cordones, aprendemos las letras, aprendemos a leer, a escribir, a sumar a restar, a tener respeto por el profesor, por el director, por las cocineras, por los otros alumnos (o así tendría que ser), a levantar la mano para hacer una pregunta etc.…
Y en muchas de las etapas de nuestro aprendizaje se combinan las dos fuentes de aprendizaje: la imitación y la razón.
Nunca dejamos de aprender, o por lo menos no deberíamos, y esa información, nos ayuda para desarrollarnos como individuos en todos los aspectos.
El ser humano se hace preguntas y cuando encuentra las respuestas avanza y halla satisfacción.
Pero cuando se estrella contra la incógnita infranqueable, el fin último es la desesperación, y se frustra el desarrollo normal de la persona basado en el aprendizaje.
A lo largo de la historia el hombre ha estado inmerso en una carrera por encontrarse con Dios, o por lo menos, para poder explicar la necesidad que tiene de una relación que transcienda lo que conoce y tristemente, hemos visto que una y otra vez, en ocasiones por su maldad, en otras por la falta de intención a comprometerse con lo descubierto, o incluso porque tal conocimiento le producía mucho vértigo; el hombre ha llegado a conclusiones erróneas sobre lo divino, incurriendo en errores fatales y detestables herejías.
Por ello la doctrina de la revelación es tan importante, porque Dios no nos ha abandonado a nuestra suerte intelectual que nos conduce por el camino de la incertidumbre, sino que el Dios que todo lo sabe, ha decidido ponerse a nuestro nivel para traer luz a cuestiones que de otra forma, no podríamos contestar.
Consciente de que necesitamos esa revelación, Dios ha decidido revelarse y a nosotros nos toca ser consecuentes con ese conocimiento tan precioso que nos ha sido regalado.
Agustín de Hipona es conocido como uno de los Padres de la Iglesia.
Si algo caracteriza su vida, es la búsqueda constante de la verdad que le llevó a pasar por diferentes disciplinas filosóficas que le condujeron, sin hallar respuestas a sus inquietudes, a abrazar el error maniqueísta, que igual que las otras corrientes filosóficas, le decepcionó profundamente por considerar que era una doctrina simplista que apoyaba la pasividad del bien ante el mal.
Consideramos a Agustín como un ejemplo de la necesidad del hombre de encontrar a Dios y del proceso de búsqueda y aprendizaje que todo ser humano experimenta, en ocasiones con un final equivocado pero en otras, por la gracia y la misericordia de Dios, con un final feliz que nos lleva a descansar en la certeza de nuestra comunión con nuestro Salvador.
Agustín mismo lo expresa de la siguiente manera:
“Con todo, quiere alabarte el hombre, pequeña parte de tu creación.
-Agustín de Hipona-
Tú mismo le estimulas a ello, haciendo que se deleite en alabarte,
porque nos has hecho para ti y nuestro corazón está inquieto hasta que repose en ti
(quiafecisti nos ad te et inquietum est cor nostrum, donec requiescat in te).
Dame, Señor, a conocer y entender qué es primero, si invocarte o alabarte,
o si es antes conocerte que invocarte.
Mas ¿quién habrá que te invoque si antes no te conoce?
Porque, no conociéndote, fácilmente podrá invocar una cosa por otra.
¿Acaso, más bien, no habrás de ser invocado para ser conocido?
Pero ¿y como invocarán a aquel en quien no han creído?
¿Y cómo creerán si no se les predica?
Ciertamente, alabarán al Señor los que le buscan,
porque los que le buscan le hallan y los que le hallan le alabarán.
Que yo, Señor, te busque invocándote
y te invoque creyendo en ti,
pues me has sido ya predicado.
Te invoca, Señor, mi fe, la fe que tú me diste,
que tú me inspiraste por la humanidad de tu Hijo
y el ministerio de tu predicador.”
Agustín de Hipona es un claro ejemplo de la necesidad que todo ser humano tiene de revelación.
Ante esta necesidad hay una buena noticia:
Dios ha decidido revelarse.
DIOS HA DECIDIDO REVELARSE
Revelar es dar a conocer algo que no se conocía, por lo tanto, necesitamos una fuente de revelación, la revelación en si misma con la información que contiene y un destinatario al que esa revelación es dirigida y dada.
La fuente es Dios
El Dios absoluta y eternamente consciente de sí mismo tomó la iniciativa deliberada, porque nadie le obligó a ello, de darse a conocer a su creación en los términos y con los límites que Él ha decidido, es decir en tiempo y forma.
En el momento y el tiempo que Él ha escogido y en la forma precisa que el ha determinado.
Dios ha decidido revelarse con un acto de su propia voluntad y alejados de lo que Dios nos ha querido revelar, no podremos conocer nada sobre Él porque como muy bien dice John R. Higgins “Lo finito no puede descubrir a lo infinito”
La revelación en sí y su contenido
Para analizar la revelación y el conocimiento de Dios debemos considerar lo que nosotros hemos llamado la Paradoja del conocimiento divino como punto de partida.
Dios es incomprensible tal y como lo declara Zofar en Job 11:7
“¿Descubrirás tú los secretos de Dios ¿Llegarás tú a la perfección del todo poderoso?”
Job 11:7
o Isaías en 40:18
“¿A qué pues harás semejante a Dios o qué imagen le compondrás?”
Isaías 40:18
Pero a la vez conocible como el mismo Jesucristo declara en Juan 17:3
“Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti el único Dios verdadero y a Jesucristo a quien has enviado”
Juan 17:3
y el apóstol Juan declara en 1 de Juan 5:20
“El Hijo de Dios ha venido y nos ha dado entendimiento para conocer al que es verdadero; y estamos en el verdadero, en su Hijo Jesucristo”.
1 Juan 5:20
Por lo tanto el objetivo de la revelación es que los destinatarios de la misma conozcan de Dios lo que Él ha considerado oportuno que conozcan para conducirlos a la Salvación, que es el fin último y la meta de la revelación divina.
Pero este mensaje por muy exhaustivamente que sea estudiado, jamás nos revelará o descubrirá a Dios en su plenitud porque no estamos capacitados, por mucho que queramos, para conocerle en su totalidad.
Por lo tanto el contenido de la revelación, que no es solamente información sobre Dios sino también su presentación, es un mensaje compuesto por su gracia, su bondad y su amor, que no nos deja a la deriva controlados por la desesperación y frustración de nuestro intelecto.
Los destinatarios de la revelación
Los destinatarios de la revelación somos nosotros.
Dios ha tenido a bien revelarse a los hombres de una forma personal, asequible y continua (porque lo sigue haciendo) como demostración de su pura gracia.
Revelación, que como expone el apóstol Pablo en Romanos, autoriza a Dios a un justo juicio por el rechazo de su conocimiento (Romanos. 1:19-32).
Y que por otro lado nos conduce a una salvación tan grande como la que necesitamos y disfrutamos.
Hemos visto como por nuestro bien, y en un acto de amor infinito el Dios que no necesitaba nada de nosotros ha decidido revelarse a nosotros por amor en tiempo, forma y contenido.
Ahora miraremos brevemente como se ha entendido esa revelación a lo largo de la historia.
BREVE RECORRIDO HISTÓRICO DE LA DOCTRINA DE LA REVELACIÓN
Los Padres de la Iglesia
los Padres de la Iglesia concibieron a Dios como un ser que no fue engendrado, que era inefable, eterno, inmutable e incomprensible pero que se había revelado en el Logos y que podía ser conocido para salvación, por lo tanto no abundaron en el conocimiento ni desarrollo de sus atributos.
En un pensamiento profundamente contaminado por el concepto de divinidad griega absoluta y sin atributos, se quedaron a las puertas de los beneficios de la revelación divina de sus cualidades y aunque sus conclusiones no fueron del todo equivocadas, fueron a todas luces primarias e incompletas.
Los Escolásticos
Sostuvieron que no podemos descubrir lo que Dios es en su esencia pero que si podemos conocer partes de su todo a través de sus atributos.
Los escolásticos mantenían que se podía conocer a Dios a través de la revelación especial que Él hace sí usando el intelecto.
Pero a diferencia de los Padres, profundizaron en el estudio de los atributos de Dios.
Los Reformadores
No distan mucho de los escolásticos en sus razonamientos, con la salvedad de que negaban que a través del intelecto podamos llegar a conocer a Dios.
Para Lutero, existe una distinción clara entre el Dios escondido y el Dios revelado pero en algunos escritos habla del Dios revelado que aún está escondido por lo que concluye que no podemos conocer plenamente a Dios ni a través de su revelación especial.
Calvino consideraba que Dios se escapa completamente del intelecto y de los sentidos humanos.
Ambos, Lutero y Calvino, junto con Zwinglio y algunos otros reformadores consideraban que el hombre no puede comprender a Dios en la naturaleza pero que puede hallar el verdadero conocimiento de la divinidad a través de la influencia iluminadora del Espíritu Santo.
En la época moderna
Bajo la influencia de la doctrina de la inmanencia inspirada por Hegel y Schleimacher, se comenzó a buscar lo divino en el interior del hombre, degradando lo divino y reduciéndolo al nivel del mundo por lo que se negó la comunicación directa de Dios con el hombre, ya que el hombre puede descubrir a Dios por sí mismo en las profundidades de su ser.
Como es de esperar esta forma de pensar produjo reacciones, aunque éstas se desviaron hacia el otro lado negando totalmente la revelación natural.
Karl Barth levantó su voz contra esta corriente teológica indicando:
“…que Dios no se ha de hallar en la naturaleza, ni en la historia, ni en la experiencia humana, sea esta de la clase que sea, sino tan sólo en la revelación especial que nos ha llegado en la Biblia”
-Karl Barth-
De este breve desarrollo histórico aprendemos que los puntos de vista han sido muy diversos, en ocasiones incompletos y que el pensamiento sobre la doctrina de la revelación, ha ido dando bandazos como si fuera un vehículo que va de un lado a otro de la calzada sin mantener una línea recta contínua.
Los Padres dieron prioridad a lo divino, los escolásticos al intelecto, los reformadores volvieron a lo divino y los modernos al intelecto.
Como en casi todo, estamos convencidos de que en el equilibrio se halla la virtud y en aras de ese equilibrio volvemos a resaltar y a incidir en nuestro axioma: la paradoja del conocimiento divino.
Dios es incomprensible para nuestro intelecto en su totalidad, pero es conocible porque se nos ha revelado de una forma clara, voluntaria, continua y amorosa por nuestro beneficio, con el fin de que seamos salvos.
FORMAS DE REVELACIÓN
Todo cuanto conocemos sobre cualquier tema ha sido revelado y enseñado por algo o alguien.
Si sé cocinar, es porque alguien me ha enseñado a hacerlo dándome instrucciones precisas, o bien porque he aprendido imitando a alguien que cocinaba, pero no he nacido con ese conocimiento, por lo tanto de una u otra manera me ha sido revelado.
En cuanto al conocimiento de Dios es parecido.
Muchos, sobre todo en familias cristianas, comienzan a buscar a Dios imitando a sus referentes pero hasta que Dios se les revela no llegan a ese conocimiento personal.
Si bien en el caso de Dios, nacemos con una necesidad de conocerle que nos lleva a buscarlo, como señala R. C. Sproul:
“En lo más profundo de nuestras almas sabemos que Dios existe y que nos ha dado su Ley.”
-R.C. Sproul-
no llegaríamos a ninguna parte si Dios no hubiera decidido revelarse.
El autor de la epístola a los hebreos nos asegura que Dios ha hablado de muchas maneras y en multitud de ocasiones desde el principio de los tiempos.
Las Escrituras nos hablan de que Dios se ha revelado de muchas maneras diferentes, pero podríamos resumir todas estas en dos tipos: la revelación general y la revelación especial.
Revelación General
Entendemos por revelación general a aquella revelación que Dios ha hecho de sí, que por sus características, la generalidad de su contenido, que ha sido revelada a un público en general y por la forma en que ha sido dada, incluye y alcanza a todos los seres humanos.
En otras palabras: “Debido a la fuerza (y a la extensión) de la revelación general, todos los seres humanos saben que Dios existe.”
Esta revelación general se da en la creación de Dios en la que el refleja que existe, que no ha sido creado, que tiene normas, que castiga el mal, que exige de las personas que hagan el bien, que Él es el Creador, que Él es el sustentador de la creación que ha creado, que es Él Señor, que es autosuficiente, trascendente, eterno, grande, majestuoso, poderoso, sabio, bueno, justo, soberano y digno de ser adorado.
A partir del conocimiento y el análisis de la revelación general se puede concluir que Dios existe y eso es lo que han hecho los pensadores y filósofos, algunos cristianos y otros no, de todos los tiempos.
Los argumentos tradicionales a favor de la existencia de Dios a partir de la revelación general son los siguientes:
- Argumento Cosmológico: este es el argumento de la causalidad.
Sostiene que todo lo que existe tiene una causa y que por lo tanto tiene que haber una causa primera para todo que es Dios.
- Argumento Teleológico: este es el argumente del diseño inteligente.
Sostiene que dada la armonía, orden, perfección de todo lo creado y que todo ello tiene un propósito, tiene que haber un diseñador inteligente que lo haya puesto en ese orden y conducido hacia ese propósito.
Ese diseñador es Dios.
- Argumento Ontológico: este es el argumento de la existencia.
Expone que si un ser existe debe su existencia a otro y que por lo tanto, tiene que haber un ser primigenio que exista por sí mismo, ese ser es Dios.
- Argumento Moral: argumenta que el sentido moral del bien y del mal que todo ser humano lleva innatamente, ha tenido que ser infundido por un ser superior, plenamente moral, ese ser es Dios.
Los argumentos anteriormente expuestos son, podríamos decir, el culmen del razonamiento a partir de la revelación especial y aunque ciertamente constituyen un indicio lógico sobre la existencia de la divinidad, son muy imprecisos en cuanto a ésta y fácilmente discutibles.
El dios que sostienen que existe podría ser cualquier dios.
Uno de los miles que adoran los hinduistas, Krishna, Alá etc…
y uno podría discutir que en cuanto a las causas puede haber una anterior a Dios, que Dios podría haber sido diseñado también como parte de ese engranaje y que el hombre es simplemente moral y bueno en su ser si ninguna influencia externa.
Por eso, sostenemos que nuestro conocimiento de Dios, si Él no hubiera decidido revelarse de una forma especial, sería incompleto, y de esa forma de revelación especial hablaremos en adelante.
TEXTOS PARA MEDITAR RELACIONADOS CON LA REVELACIÓN GENERAL |
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Job 38-41 |
Salmo 19:1-6 |
Salmo 29 |
Salmo 33 |
Romanos 1:19-20 |
Efesios 3:1-13 |
Hebreos 1:1-4 |
Hechos 14:8-18 |
Hechos 17:16-34 |
Revelación Especial
Como venimos exponiendo, nuestro conocimiento de Dios se compone de dos partes, la revelación general que se halla en la creación y de la que hemos hablado anteriormente, y la revelación especial sin la cuál, nuestro conocimiento de Dios sería limitado y probablemente equivocado.
La revelación especial que Dios hace de sí está recogida en la Biblia.
En ella, Dios se nos presenta de una manera más profunda dándonos a conocer parte de su personalidad, sus atributos, y la respuesta que Dios espera de nosotros que somos los destinatarios de esa revelación especial por lo tanto debemos estudiarla.
Algunas de las características de esta revelación especial son:
- Es personal: ha sido dada al hombre para que llegue a conocer al Dios verdadero de una forma más profunda e íntima.
- Es comprensible: Dios se ha dado a conocer utilizando el lenguaje humano y de una forma accesible para el intelecto.
- Es escrita: Si bien la revelación especial de Dios se ha dado de diferentes maneras y en tiempos determinados: a través de sueños, visiones, profecías y de su Hijo mismo; todo esto está recogido de forma escrita para que esa revelación especial puntual, trascienda ese momento y alcance a las generaciones que nos precedieron, a nosotros y las generaciones que están por venir.
No se nos ocurre mejor manera de recoger una información para que perdure y sea transmitida en el tiempo.
LA BIBLIA. COMPOSICIÓN
La Biblia está compuesta por 66 libros que se pueden agrupar en varios grupos según su género literario y que están recogidos en dos grandes apartados: El Antiguo Testamento (con 39 libros) y el Nuevo Testamento (con 27 libros).
Estos libros están escritos en tres idiomas: Hebreo, Arameo y Griego y han sido compuestos por más de 40 autores diferentes.
El Antiguo Testamento a su vez está compuesto por:
- El Pentateuco: Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio; escritos por Moisés.
- Los libros Históricos: Josué, Jueces, Rut, 1 y 2 de Samuel, 1 y 2 de Reyes, 1y 2 de Crónicas, Esdras, Nehemías y Ester. Escritos por Josué, Samuel, Esdras y Nehemías más aportaciones de autores de los que no se conoce el nombre.
- Los libros Poéticos: Job, Salmos, Proverbios, Eclesiastés y Cantares escritos por David, Asaf, Coré, Moisés, Agur, Lemuel y Salomón
- Los libros Proféticos entre los que se distinguen:
- los profetas mayores: Isaías, Jeremías, Lamentaciones, Ezequiel y Daniel, escritos o dictados por ellos mismos.
- Los profetas menores: Oseas, Joel, Amós, Abdías, Jonás, Miqueas, Nahum, Habacuc, Sofonías, Hageo, Zacarías y Malaquías, también escritos por el profeta que les da nombre.
El Nuevo Testamento a su vez está compuesto por:
- Los Evangelios: Mateo, Marcos, Lucas y Juan, que llevan el nombre de su autor.
- El libro de los Hechos: que narra los primeros acontecimientos y la historia de la Iglesia primitiva, escrito por Lucas.
- Las Epístolas de Pablo: Romanos, 1 y 2 de Corintios, Gálatas, Efesios, Filipenses, Colosenses, 1 y 2 de Tesalonicenses, 1 y 2 de Timoteo, Tito y Filemón.
- Las Epístolas Generales: Hebreos, de la que se desconoce el autor, Santiago, 1 y 2 de Pedro, 1, 2 y 3 de Juan, Judas, escritas por el autor que les da nombre y Apocalipsis, escrita por el apóstol Juan.
EL CANON
La palabra “Canon” viene del término griego “Kanon”, que representaba una vara de medir similar a una regla de carpintero.
En el mundo griego se utilizaba este vocablo para nombrar al conjunto de normas que guiaban algo, como por ejemplo el canon de la arquitectura, que designaba las normas que orientaban a la misma; y pronto los cristianos empezaron a utilizar este término para denominar los escritos que cumplían con los diferentes criterios orientadores establecidos por la Iglesia bajo la dirección del Espíritu Santo, para ser considerados como escritura santa y revelación infalible de la autoridad procedente de Dios.
Estos textos se conocían como Canónicos.
La tradición sugiere que Esdras fue el principal responsable de la recolección de los escritos sagrados judíos pero sin embargo, se suele considerar que el Canon del Antiguo testamento se cerró a partir del Concilio de Jamnia entre los años 90 y 100 d. C.
Este catálogo de libros sagrados contenía lo que hoy conocemos como el Antiguo Testamento.
El Canon del Nuevo Testamento, tal y como lo tenemos hoy fue reconocido oficialmente en el Concilio de Cartago en el 397 d. C. por la iglesia Occidental y por la Oriental alrededor del año 500 d. C.
Las normas que guiaron a la Iglesia para incluir los libros en el catálogo de libros sagrados, tanto del Antiguo como del nuevo testamento fueron:
- Apostolicidad
- Universalidad
- El uso que la Iglesia había hecho de los mismos a lo largo de la historia
- La supervivencia
- La autoridad
- La edad
- El contenido
- El autor
- La autenticidad
- Las cualidades dinámicas.
Creemos que el Canon bíblico está cerrado y que la revelación de Dios fue dada y puesta por escrito y que Dios sigue hablando a través de esa revelación; pero no debemos atender a otros textos que estén fuera del canon como autoridad divina, no debemos añadir, ni quitar, por muy buenos que nos parezcan otros textos o por mucho que nos molesten los ya existentes.
CONFIABILIDAD
La Biblia es un texto en el que podemos confiar para nuestro crecimiento en el Señor, para su conocimiento, como fuente reveladora de su ser y de lo que Él espera de nosotros.
Para demostrar su confiabilidad nos apoyaremos en el apoyo interno que encontramos en el texto en sí y en el apoyo externo.
Apoyo o evidencias internas
La Biblia presenta una asombrosa unidad y cohesión interna a pesar de que fue escrita en un periodo de unos 15 siglos y por más de 40 escritores que provenían de diferentes estratos sociales, capacidades y contextos.
La Biblia fue escrita por un médico, varios políticos, varios pescadores, agricultores, soldados, rabinos, pastores de ovejas, funcionarios etc… que la escribieron en diferentes contextos: en el desierto, en palacio, en prisión, en en el campo, en la ciudad, en el exilio, en la guerra etc…
Y a pesar de ello, todos sus escritos se combinan de una forma coherente que describe de una forma preciosa la relación entre Dios y la humanidad.
En la Biblia aparecen profecías que predicen hechos futuros en ocasiones con siglos de anticipación.
Lo que nos demuestra que hay intervención divina.
Profecías que tienen que ver con Jerusalén con Judá, con Ciro, pero muy notablemente, contiene en el antiguo testamento, profecías sobre Cristo con muchos siglos de antelación, indicando el lugar dónde nacería (Miqueas 5:2), el nacimiento virginal (Isaías 7:14), la forma en que moriría (Salmo 22), e incluso el lugar dónde sería sepultado (Isaías 53:9).
Aunque fue escrita hace miles de años, se dirige poderosamente a las necesidades de cada generación.
Es igual de actual hace diez siglos que hoy.
Jesús dio testimonio enfático de que las Escrituras eran la Palabra de Dios.
Apoyo o evidencias externas
Es un libro que ha tenido una enorme influencia en la sociedad humana.
Ha sido impresa en más de dos mil idiomas.
Si se perdiese la Biblia, sólo con las citas que se hacen de ella en otros libros se podría volver a reconstruir.
La exactitud de la Biblia en cuanto a lugares, fechas, personajes y sucesos, ha sido comprobada una y otra vez por la historia y la arqueología.
La supervivencia de la Biblia es una hecho cuando menos sin precedentes.
Ha sido perseguida, con el fin de extinguirla, e incluso prohibida, pero a pesar de ello, es el libro antiguo que más copias fieles posee, hablamos de miles de manuscritos, con un grado de diferencia entre ellas de un asombroso 99,5% y ninguna de sus doctrinas se basa en una de esas diferencias.
Ese 0,5% son errores gramaticales y faltas de ortografía y, por supuesto, no hay ninguna doctrina que se pueda basar en un texto diferente de otro.
INSPIRACIÓN
Como venimos diciendo Dios se ha revelado, y esa revelación especial se ha manifestado por escrito a través de diferentes autores y en diferentes momentos.
El proceso por el cuál Dios ha tratado con esos diferentes autores para mostrarles su revelación, que debía dejar escrita, es lo que llamamos inspiración.
Estos autores tanto del Nuevo, como del Antiguo testamento, Moisés, David, Jeremías, Mateo, Juan, Pedro o Pablo, afirmaban escribir no sólo acerca de Dios, sino también en el nombre de Dios y por lo tanto que han sido inspirados por Él.
Se han formulado varias teorías en cuanto a la inspiración que son las siguientes:
- La intuición natural: la inspiración no es más que comprensión natural de las cosas naturales que ejercen personas capacitadas para ello.
- La iluminación especial: la inspiración es una intensificación divina de percepciones espirituales que Dios ejerce en los escritores inspirados.
- La orientación dinámica: no dista mucho de las otras dos y sostiene que Dios dirigió de una forma especial a los escritores bíblicos para que reflejaran los conceptos que quería comunicar.
- El dictado mecánico: los escritores de la biblia fueron meros secretarios que transcribieron lo que el Espíritu Santo les iba dictando.
- La inspiración plenaria verbal: la inspiración es una combinación de la expresión humana natural de los escritores, y la iniciativa y supervisión del Espíritu Santo sobre sus escritos que no solo supervisó los conceptos, sino que intervino hasta en la elección de las palabras.
De todas estas teorías sólo estamos de acuerdo con la inspiración plenaria y verbal.
Creemos que Dios supervisó todo el proceso de transcripción de su revelación inspirando a los escritores no sólo en cuanto a los conceptos, sino ayudándolos a escoger incluso las palabras sin coartar su forma de pensar ni de expresarse en su contexto.
Creemos que incluso las Palabras que se hallaban en el texto original, eran las palabras que Dios había querido que allí estuvieran.
INERRANCIA
Creemos que el Dios perfecto se ha revelado y que lo ha hecho por muchos medios y que podríamos resumir esa revelación en dos grandes grupos como venimos haciendo: revelación general y revelación especial.
Como la fuente es perfecta, consideramos que su revelación es perfecta y no contiene error por lo tanto es inerrante y se ha mantenido pura en el original del texto sagrado.
El texto original no contenía error pero al transcribirse los originales, se han cometido pequeños errores gramaticales y de escritura que no han afectado a ninguna de las doctrinas que sostiene la Iglesia.
Creemos en la inerrancia conceptual, es decir en ninguna de las doctrinas bíblicas hay error, pero no podemos mantener la inerrancia textual, es decir hay errores textuales en los diferentes manuscritos.
Esto no afecta en absoluto a la confiabilidad de la Biblia, en la cual creemos y en la que confiamos como fuente infalible de doctrina que guía nuestras vidas cristianas.