Mujer con velo

22
Mar
Mujer con velo

Pablo escribió la primera carta a los corintios para muchas cosas diferentes: clarificar una carta que había escrito anteriormente, responder a algunas críticas que habían surgido en contra de su ministerio y persona, para avisar a los corintios de que planeaba visitarlos personalmente de camino a Jerusalén y para comentar algunas noticias que había recibido sobre la iglesia de Corinto a través de algunos miembros de la casa de Cloé.

Entre las noticias que recibe y las preguntas que los corintios le realizan sobre sus enseñanzas, se encuentra un problema: que había mujeres que estaban orando y profetizando sin velo, con la cabeza descubierta.

Vamos a leer 1 de Corintios 11:9-16:

“Os alabo, hermanos, porque en todo os acordáis de mí, y retenéis las instrucciones tal como os las entregué.»

1 Corintios 11:2

«Pero quiero que sepáis que Cristo es la cabeza de todo varón, y el varón es la cabeza de la mujer, y Dios la cabeza de Cristo.»

1 Corintios 11:3

«Todo varón que ora o profetiza con la cabeza cubierta, afrenta su cabeza.»

1 Corintios 11:4

«Pero toda mujer que ora o profetiza con la cabeza descubierta, afrenta su cabeza; porque lo mismo es que si se hubiese rapado.»

1 Corintios 11:5

«Porque si la mujer no se cubre, que se corte también el cabello; y si le es vergonzoso a la mujer cortarse el cabello o raparse, que se cubra.»

1 Corintios 11:6

«Porque el varón no debe cubrirse la cabeza, pues él es imagen y gloria de Dios; pero la mujer es gloria del varón.»

1 Corintios 11:7

«Porque el varón no procede de la mujer, sino la mujer del varón,»

1 Corintios 11:8

«y tampoco el varón fue creado por causa de la mujer, sino la mujer por causa del varón.»

1 Corintios 11:9

«Por lo cual la mujer debe tener señal de autoridad sobre su cabeza, por causa de los ángeles.»

1 Corintios 11:10

«Pero en el Señor, ni el varón es sin la mujer, ni la mujer sin el varón;»

1 Corintios 11:11

«porque así como la mujer procede del varón, también el varón nace de la mujer; pero todo procede de Dios.»

1 Corintios 11:12

«Juzgad vosotros mismos: ¿Es propio que la mujer ore a Dios sin cubrirse la cabeza?»

1 Corintios 11:13

«La naturaleza misma ¿no os enseña que al varón le es deshonroso dejarse crecer el cabello?»

1 Corintios 11:14

«Por el contrario, a la mujer dejarse crecer el cabello le es honroso; porque en lugar de velo le es dado el cabello.»

1 Corintios 11:15

«Con todo eso, si alguno quiere ser contencioso, nosotros no tenemos tal costumbre, ni las iglesias de Dios.”

1 Corintios 11:16

Para comprender este texto es indispensable que analicemos brevemente el contexto.


Corinto

CORINTO

Corinto es una ciudad que está situada ente la Grecia central o continental y la península del Peloponeso, entre el mar jónico y el mar Egeo, en el Istmo que une las dos partes.

Tenía dos puertos: uno se llamaba Cencrea y el otro Lequeo.

El tramo de tierra que unía los dos mares era el camino utilizado para no tener que rodear toda la península del Peloponeso y los Corintios se aprovecharon de ello cobrando impuestos a las mercancías que atravesaban el Istmo con lo que se enriquecieron mucho.

La ciudad después de Nerón, que construyó los dos primeros kilómetros del canal que hoy sigue existiendo pero ampliado, se convirtió en una ciudad muy rica e importante.

Debido a su importancia, Corinto siempre tuvo una rivalidad exagerada con Atenas y muchos historiadores dicen que Atenas era la capital intelectual de Grecia pero Corinto la económica.

Incluso algunos dicen que Corinto era una mezcla entre las ciudades de Los Ángeles y Las Vegas todo en uno.

Tenía una población de aproximadamente 700.000 personas.

Los habitantes de Corinto eran igual de ricos que de pervertidos y eran conocidos en todo el imperio por su corrupción moral.

Tanto era así, sobre todo en las clases sociales más altas, que si a una mujer se le decía que era una Corintia se la estaba llamando prostituta, que “corintizar” era sinónimo de fornicar y que a la sífilis, que es una enfermedad venérea, era conocida como a la enfermedad corintia.

La ciudad estaba dominada por el Acrocorinto que era un monte que se elevaba aproximadamente 500 metros sobre el nivel de la ciudad.

En este monte estaban los templos de los dioses a los que adoraban, sobre los que predominaban el de Apolo, del que todavía quedan 7 columnas en pie y el de la diosa Afrodita; diosa del amor y la fertilidad.

Consta en diferentes registros seculares que en el templo de Afrodita había más de un millar de prostitutas sagradas que organizaban orgías y que al atardecer prestaban sus servicios en las calles de la ciudad.

Éstas tenían unas características específicas.

También había hombres que se prostituían religiosamente y también tenían unas características determinadas pero la seña de identidad más acentuada en ambos sexos era el pelo.

Los hombres que se dedicaban a la prostitución litúrgica llevaban el pelo largo y las mujeres, no llevaban velo, práctica absolutamente impúdica en el oriente.


La mujer en tiempos del antiguo testamento

LA MUJER

En el contexto griego

El lugar de la mujer en la sociedad y en la religión griega era bajo.

En lo religioso, el Templo de Afrodita en Corinto tenía mil sacerdotisas que eran prostitutas sagradas, como ya hemos dicho antes.

El Templo de Diana en Éfeso, tenía centenares de sacerdotisas que se llamaban melissae, que quiere decir abejas, cuya función era la misma.

En lo social una mujer griega respetable llevaba una vida muy recluida.

Vivía en una parte de la casa a la que no accedía nada más que su marido.

No estaba presente ni en las comidas. Nunca se la veía sola en la calle y nunca asistía a ninguna reunión pública.

El hecho, es que si en un pueblo griego las mujeres cristianas hubieran tomado parte activa de alguna reunión y hubieran hecho uso de la palabra, la Iglesia habría ganado inevitablemente la reputación de ser una guarida de mujeres livianas.

En el contexto judío

Debemos tener presente la condición de la mujer a los ojos de los judíos.

Para la ley judía, la mujer es notablemente inferior al hombre.

Había sido formada de una costilla de Adán (Génesis 2:22 y ss.…), y había sido creada para ser la ayuda idónea del varón (Génesis 2:18).

Había un ejemplo de exégesis rabínica que decía:

“Dios no formó a la mujer de la cabeza del varón,
para que no fuera soberbia;
ni del ojo, para que no fuera lujuriosa;
ni del oído, para que no fuera curiosa;
ni de la boca, para que no fuera charlatana;
ni del corazón, para que no fuera celosa;
ni de la mano, para que no fuera codiciosa;
ni del pie, para que no fuera zascandil;
sino de una costilla, para que siempre vaya tapadita;
por tanto, el pudor debe ser su cualidad superlativa.”

Es una lamentable verdad que, para la ley judía, la mujer era una cosa, y formaba parte de la propiedad de su marido sobre la que él tenía todos los derechos.

Era verdad que en la sinagoga, por ejemplo, las mujeres no tomaban parte en el culto y estaban segregadas completamente de los varones en una galería cerrada o en alguna otra parte del edificio.

En la ley y en las costumbres judías era inconcebible el que las mujeres pretendieran ningún tipo de igualdad con los varones.

De ahí que sobre todo los judíos de las congregaciones se indignaran con la profecía a cara descubierta por parte de la mujer.

Sin embargo, no ha habido nunca una nación que diera a las mujeres un lugar más importante en el hogar y en la familia que los judíos aunque oficialmente la posición de la mujer era muy inferior.

Para la ley judía la mujer no era una persona sino una cosa; estaba totalmente a disposición de su padre o de su marido.

Se le prohibía aprender la Ley; el instruir a una mujer en la Ley era echar perlas a los puercos.

Un hombre iba a la sinagoga para aprender; pero, como mucho, una mujer iba para oír.

La lección de la Escritura la leían en la sinagoga los miembros de la congregación; pero nunca mujeres, porque eso habría sido quitarle honor a la congregación.

Estaba prohibido el que una mujer enseñara en una escuela; ni siquiera a los niños más pequeños.

Una mujer estaba exenta de las demandas concretas de la Ley. No le era obligatorio asistir a las fiestas y a los festivales sagrados.

Las mujeres, los esclavos y los niños eran de la misma clase.

En la oración judía de la mañana, un varón daba gracias a Dios porque no le había hecho gentil, esclavo o mujer.

He incluido algunas citas de diversos rabinos judíos que me han llamado la atención para que os situéis mejor en su forma de pensar:

  • “Que tu casa esté siempre totalmente abierta, y que los pobres sean tu familia y no hables mucho con ninguna mujer.”
  • “Cualquiera que habla mucho con una mujer trae desgracia sobre sí mismo, se aparta de las obras de la Ley y por último hereda el infierno.”
  • “Su misión es enviar a los niños a la sinagoga; atender a las cuestiones domésticas; dejar libre a su marido para que estudie en las escuelas; y mantener la casa para él hasta que vuelva.”

Un estricto rabino no saludaba nunca a una mujer en la calle, aunque fuera su esposa o hija o madre o hermana.


Mujeres con Yashmak

EL VELO

Debemos tener presente el lugar del velo en Oriente.

Hasta el día de hoy la mayor parte de las mujeres, sobre todo en los países musulmanes, usan el yashmak: largo velo que no deja descubiertos más que los ojos y la frente y que llega casi hasta los pies.

En los tiempos de Pablo, el velo oriental velaba todavía más: pasaba por encima de la cabeza sin más abertura que la mínima para los ojos, y llegaba literalmente hasta los pies. 

Una mujer respetable no habría pensado jamás en aparecer en público sin él.

El velo cumplía básicamente dos funciones:

  • Era señal de inferioridad.
  • Era una gran protección.

En los países de Oriente, el velo es el poder, el honor y la dignidad de la mujer.

Por eso, aunque a nosotros nos parece una práctica terrible, de hecho estamos legislando en contra de su uso, vemos para nuestro asombro como las mujeres musulmanas u orientales lo defienden a capa y espada.

Para ellas significa lo siguiente o tiene las siguientes ventajas:

  • Con el velo en la cabeza puede ir a cualquier parte con seguridad y respeto profundo.
  • No se la ve.
  • Representa una malísima educación quedarse mirando a una mujer velada así que cuando llevan el velo, saben que nadie las va a mirar ni a molestar.
  • El resto de la gente a su alrededor es como si no existieran para ella, y ella para ellos.
  • Es suprema en la multitud, el velo la distingue.
  • Pero sin el velo, la mujer es una cosa de nada que cualquiera puede insultar.
  • La autoridad y la dignidad de una mujer se desvanecen juntamente con el velo cúbrelo-todo cuando se lo quitan.

PABLO

Pablo era un hombre que poseía una triple cultura.

Había sido instruido a los pies de Gamaliel y era fariseo de fariseos, conocía la cultura Griega, y lo podemos ver, por ejemplo, en el discurso que da en Atenas cuando cita a sus poetas.

Conocía la cultura Romana y sus leyes, por lo que sabía que a la mujer que se le acusaba de adulterio, o bien se le cortaba el pelo, o se la rapaba.

Además había tenido un encuentro con Cristo, y eso lo cambiaba absolutamente todo.

En su misiva a los Corintios, Pablo tenía que calmar a los cristianos judíos que se congregaban, tenía que calmar a los gentiles también, tenía que agradar a las mujeres y no discriminarlas, tenía que tener en cuenta la imagen de la iglesia en la sociedad en la que se encontraba y sobre todas las cosas: tenía que agradar a Dios.

Que complicada y desagradecida es la tarea pastoral.

El pastor tiene que tener en cuenta multitud de aspectos y de detalles que si no contempla, enseguida usamos como argumento para la crítica.

Debemos orar y estar al lado de nuestros pastores y ser conscientes de la carga que llevan, perdonar sus fallos e imitarlos porque ellos son imitadores de Cristo, no porque ellos sean dignos de imitación humana, que algunos sí; pero sobre todo obedecerlos en amor porque la obediencia sin sumisión, la obediencia porque sí, la obediencia por imposición y sin entendimiento es simplemente legalismo.

En cuanto al concepto que Pablo tenía de la mujer he leído de todo.

Hay quien lo tacha de machista y misógino y hay quien dice que lo que hace es dignificar a la mujer.

En una lectura a primera vista de los textos escritos por Pablo en lo referente al comportamiento de la mujer y su papel en el culto, uno podría sacar conclusiones erradas, pero si uno repara bien en el contexto y en lo que está diciendo, más bien concluye que lo que hace Pablo es dignificar a la mujer.

Para demostrarlo he escogido algunos versículos:

Priscila y Aquila

Priscila y Aquila fueron colaboradores y amigos suyos.

Es curioso que siempre se menciona a Priscila antes que a Aquila y es que se considera que Priscila era una mujer importante y noble y su marido no.

Además, fue en Corinto dónde conocieron a Pablo. 

“Y comenzó a hablar con denuedo en la sinagoga; pero cuando le oyeron Priscila y Aquila, le tomaron aparte y le expusieron más exactamente el camino de Dios.”

Hechos 18:26

Evodia y Síntique

Pablo considera a Evodia y a Síntique colaboradoras suyas a nivel de los hombres: 

“Ruego a Evodia y a Síntique, que sean de un mismo sentir en el Señor.» 

Filipenses 4:2

«Asimismo te ruego también a ti, compañero fiel, que ayudes a éstas que combatieron juntamente conmigo en el evangelio, con Clemente también y los demás colaboradores míos, cuyos nombres están en el libro de la vida.”

Filipenses 4:3

Loida y Eunice

Le habló a Timoteo de su madre y de su abuela Loida y de su madre Eunice, como mujeres respetables y dignas de enseñar a su nieto e hijo.

«trayendo a la memoria la fe no fingida que hay en ti, la cual habitó primero en tu abuela Loida, y en tu madre Eunice, y estoy seguro que en ti también.»

2 Timoteo 1:5

La hermana Febe y colaboradoras

En la lista de saludos de Romanos 16 se menciona a una diaconisa, la hermana Febe, y a otro montón de fieles colaboradoras: Priscila, María, Trifena y Trifosa, Pérsida, la madre de Rufo y Julia.

La opinión de Pablo

Por último la opinión de Pablo, para mí está perfectamente recogida en el siguiente versículo, es el concepto transformado de un judío que ha tenido un encuentro con Cristo:

«Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús.»

 Gálatas 3:28

Si Pablo hubiera sido un machista misógino no habría tenido colaboradoras.

Así pues, podemos concluir que Pablo amaba a la mujer igual que al hombre, entendía que ante Dios eran lo mismo pero le importaba la imagen de la Iglesia y trataba los asuntos atendiendo al contexto y situación.

Siempre hay que tener presente que esta situación se produjo en Corinto, que era probablemente la ciudad más licenciosa del mundo antiguo.

El punto de vista de Pablo era que en tal situación era mejor pasarse de precavido y de estricto antes que de nada que pudiera dar ocasión a los paganos para criticar a los cristianos de ser demasiado permisivos, o de poner tentación a los mismos cristianos:


Igualdad

LOS TRES PRINCIPIOS ESENCIALES

Sería erróneo dar a este pasaje una aplicación universal.

Era intensamente relevante en la situación de la iglesia de Corinto, pero no tiene nada que ver con la cuestión de si las mujeres tienen la obligación de llevar la cabeza cubierta cuando van al culto aquí y ahora.

Lo que hace Pablo es tratar un problema puntual y específico con principios universales que son los que tenemos que rescatar aquí y ahora para nuestra edificación y nuestra aplicación y que bajo mi humilde punto de vista son los siguientes:

Equilibrio

Siempre es mejor pecar de estricto que de laxista pero sobre todo que el Señor nos de equilibrio.

Es mejor renunciar a los derechos, que pueden convertirse en piedras de tropiezo para algunos, que reclamarlos.

Ahora está de moda ir contra los convencionalismos; pero hay que pensárselo dos veces antes de desafiar o escandalizar a los demás.

Es verdad que no debemos ser esclavos de los convencionalismos; pero debemos recordar que por algo se habrán impuesto.

Zwinglio eliminó el uso del órgano en la Iglesia porque no aparecía en la Biblia y ahora se adora con reggaeton, pues mira ni una cosa ni la otra, equilibrio.

Autoridad

Para hablar de autoridad Pablo utiliza la Imagen de Dios el Padre y del Hijo.

Si uno piensa bien, el Padre y el hijo son de una misma esencia e importancia, sin embargo se ha establecido un orden de autoridad en la trinidad misma, en los cielos y evidentemente entre los hombres.

Pero esa autoridad no significa que se pueda abusar, sino que habla de orden.

El Padre es la cabeza de Cristo aunque son de la misma esencia, Cristo es la cabeza del Hombre que es imagen y semejanza de Dios y el hombre es cabeza de la mujer, que es exactamente lo mismo que él.

Para recalcar esa existencia de orden y autoridad a nivel celestial, se habla de los ángeles.

En el versículo 11:10 encontramos la curiosa frase de que las mujeres deben llevar velo “por causa de los ángeles”.

No es seguro lo que quiere decir.

Algunos dicen que se debe a lo que nos cuenta (Génesis 6:1-2), pasaje del que los textos rabínicos nos dan la interpretación de que los ángeles quedaron prendados de los encantos de las mujeres mortales y cayeron en pecado.

Los rabinos dicen que los ángeles se quedaron prendados con el pelo de las mujeres que no llevaban velo y por eso cayeron.

Lo que cuando menos curioso, sino divertido para nuestra época y contexto y digno de estudiarse.

En cualquier caso, los ángeles son seres sujetos a autoridad.

Cuando el ángel Gabriel luchaba por el cuerpo de Moisés, le dijo a Satanás: «El Señor te reprenda, no atreviéndose a proferir palabra de maldición.»

Igualdad ante Dios de todas las personas

Después de subrayar la subordinación de las mujeres, Pablo pasa a hacer aún mayor hincapié en la solidaridad esencial de hombre y mujer.

Ninguna de las dos partes puede vivir sin la otra.

Si ha de haber subordinación, es con el fin de que el compañerismo sea más fructífero y amable para ambos.

Sobre todo en la relación conyugal, pero como dijimos antes, autoridad no significa subyugación.


A PAZ NOS HA LLAMADO EL SEÑOR

Pablo termina el pasaje con una reprensión a los que discuten por discutir.

Cualesquiera que sean las diferencias de opinión que puedan surgir, no hay lugar en la iglesia para la persona contenciosa. 

Hay momentos en los que se deben mantener los principios; pero no debe haber momentos para las peleas, aunque sean sólo de palabras.

Siempre tiene que ser posible no estar de acuerdo y seguir la paz.

Hay una canción estupenda que hablando sobre las discusiones y la actitud que un cristiano debe tener, dice en su coro: “es mejor no tener razón, si otro se siente mejor, y no matar por Dios”, y yo añadiría: «siempre que el conflicto no sea una herejía sino una cuestión de formas».

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