El Salmo 24, un salmo precioso de David que seguramente fue compuesto en otra de las ocasiones en que fue transportada el arca a Jerusalén.
Este salmo es el diálogo entre dos levitas que muy probablemente estaban en la comitiva que iba danzando y cantando delante del arca y sobre dos de los versículos de este salmo os quiero hablar…
«¿Quién subirá al monte de Jehová?¿Y quién estará en su lugar santo?»
Salmos 24:3
«El limpio de manos y puro de corazón; El que no ha elevado su alma a cosas vanas, ni jurado con engaño.»
Salmos 24:4
LA PRESENCIA DE DIOS
El monte de Jehová
Sión es el monte de Jehová.
Podemos verlo en el Salmo 9:11. Podemos leer que Jehová habita en Sión y en otros muchos textos, 180 versículos para ser exactos, que identifican a Dios y a su presencia con el monte de Sión.
En un principio Dios escogió un tabernáculo, una tienda de campaña para que su presencia habitase en medio del pueblo mientras este estaba caminando por el desierto pero desde la construcción del templo de Salomón, Jehová habitaba en Sión.
Luego si uno quería orar en la presencia del Señor, tenía que ir a Sión o cuando menos, orar en dirección a Sión, a Jerusalén.
El pueblo de Israel tenía la seguridad de que Dios estaba allí y allí se podía encontrar con el.
La figura del monte refleja un montón de cosas.
Jesús para dar el mayor y mejor discurso que jamás se ha dado, el Sermón del monte, se subió a uno de ellos.
Era frecuente que Jesús se apartase al monte para orar.
La transfiguración fue en un monte, Jesús en su resurrección les ordenó a los discípulos que subieran al monte de los Olivos para aparecerse de nuevo.
En Mateo se nos relata que Jesús se apartó a un monte y la gente subía con los enfermos y Jesús los sanaba.
No sé si alguna vez habéis jugado al pilla pilla. Es un juego en el que uno, al que le toca tiene que salir corriendo detrás de la gente para tocarlos mientras no estén en “casa” (normalmente casa es tocar algo una pared…).
Pues para mi el monte es casa. Que vienes y me tocas: aaah, nada de nada, yo estoy en casa, no me la ligo.
Luego podemos decir que el monte representa un lugar de encuentro especial con Dios, de recogimiento, de paz, de seguridad. A veces soledad para buscar su rostro y encontrarlo.
Mi abuelo tenía un libro que se llamaba cita en la cumbre, y no se tú, pero a mi esas citas me renuevan y aunque tenga que vivir en el valle y la vida sea complicada se que siempre me puedo dar una escapadita a la cumbre para encontrarme con Dios.
El lugar Santo
Ayer en la clase que tuvimos de introducción al Nuevo Testamento, hablando sobre el Templo, comentamos sobre la oración del fariseo.
El fariseo cuando se levantaba por las mañanas, o estando en la sinagoga, oraba en voz alta diciendo: “Señor, gracias por que no soy mujer ni gentil”.
Aunque a primera vista esta pueda parecer una oración súper-déspota, en realidad no lo era.
No era que el fariseo tuviera un especial desprecio a las mujeres, que por ahí andaba, ni que odiase mucho a los publicanos, que tampoco eran muy de su agrado, sino que atendiendo a la configuración del templo, le estaba dando gracias a Dios porque podía estar muy cerca de su presencia, mucho más que los otros dos.
El templo estaba dividido en varias partes.
La parte más alejada del lugar Santo y del lugar Santísimo, era el atrio de los gentiles y sólo hasta allí podían llegar ellos.
Después había otra división que era el atrio de las mujeres, que estaba un poco más cerca del lugar Santo.
El hombre judío, el fariseo, era el único que podía entrar al lugar Santo y el Sumo sacerdote era la única persona que una vez al año, podía entrar al lugar Santísimo.
Es como cuando vas al teatro y tienes entradas de gallinero. Tienes que ver la obra desde muy lejos, tan lejos que casi no ves a los actores, bueno pues esas entradas serían las de los gentiles.
La mujeres judías (porque si encima de ser mujer eras gentil, apaga y vámonos), se podían sentar un piso más abajo y, digamos que los hombres judíos tenían las mejor entradas, al ladito del escenario.
Cristo vino a romper con esas barreras, ahora seas mujer o seas gentil, o seas fariseo, tienes el mismo derecho de entrar a la presencia de Dios, de subir a su Santo monte, de entrar al lugar Santo, al lugar Santísimo allí donde el mora.
Dios te está esperando en la cumbre, a que subas, para tener una cita contigo.
Ahora bien, en el versículo cuatro, se nos enumeran cuatro requisitos que tenemos que cumplir para que esto sea posible:
REQUISITOS PARA ENTRAR EN SU PRESENCIA
Limpio de manos
El 14 de febrero de 1996 un individuo entró por sorpresa en el despacho del catedrático de historia del derecho de la universidad autónoma de Madrid.
Sacó una pistola y le pego tres tiros. El asesinado fue Francisco Tomás y Valiente.
Después de este asesinato en la facultad de derecho surgió un movimiento que fue secundado en un montón de sitios de España y del extranjero, que se llamó manos blancas y que se seguía expresando de esa forma cada vez que ETA volvía a matar.
Lo que declaraban esas manos blancas era: «mirar terroristas, nosotros no tenemos armas, nuestras herramientas no son las manos contaminadas de sangre, sino manos blancas, la democracia y el diálogo».
Las manos expresan muchas cosas.
Con las manos se pueden hacer gestos feos, gestos bonitos, se puede decir ven, se puede señalar, se puede decir adiós, se puede pedir, se pueden hacer obras malas, obras buenas, construir, destruir.
«Quiero, pues, que los hombres oren en todo lugar, levantando manos Santas, sin ira ni contienda.»
1 Tito 2:8
Mírate las manos. ¿Están limpias? ¿cómo son las obras de tus manos?, ¿agradan a Dios?, ¿estás bendiciendo a tu hermano con tus manos? o ¿le estás afectando?, y hablo de las manos en sentido figurado.
Sea con un gesto literalmente o con acciones recogidas en la simbología de las manos, la acción de estas siempre afectan a los demás.
Que podamos levantar manos santas, apartadas, sin ira ni contienda, apartadas de disputas, lavadas en el vínculo de la paz, del amor, de la sangre de Cristo, que podamos levantar manos blancas porque de otra manera, con las manos contaminadas, no podemos entrar en la presencia de Dios.
Puro de corazón
El corazón es donde se generan los sentimientos y estos pueden ser malos, buenos o regulares.
Se puede tener el corazón endurecido e impuro, engañoso y perverso, por un montón de razones, pero básicamente la más grave es que nosotros mismos hayamos decidido endurecerlo.
«quitad pues el prepucio de vuestros corazones y no endurezcáis vuestra cerviz».
Deuteronomio 10:16
En otras palabras: sed fieles a Dios no sólo en apariencia, sino que haya una transformación real en vuestros corazones y aquí estamos hablando de la transformación voluntaria, de nuestro deseo de que ésta se lleve a cabo.
Sin embargo, también podemos tener un corazón puro.
Cuando pensaba en el corazón puro recordé las bienaventuranzas: “bienaventurados los de limpio de corazón porque ellos verán a Dios”.
No hay otra forma de ver a Dios, de entrar en su presencia, si no es con un corazón puro que ha sido purificado quizá en el fuego de la prueba pero que ha salido refinado como el oro, con un corazón transparente, con un corazón limpio sin dobleces, sencillo, humilde, lleno de buenas intenciones y de buenos sentimientos, libre, de religiosidad.
Esfuérzate por purificar tu corazón cada día a la luz de las escrituras, con el detergente de la oración y el jabón de la comunión de los Santos.
Que no ha elevado su alma a cosas vanas
Elevar el alama significa dirigir nuestros afectos hacia algo.
Siempre que los dirigimos hacia cosas equivocadas estamos errando el blanco, porque el objetivo principal de nuestros afectos es Dios.
Hoy en día los afectos de la gente están dominados básicamente por el dinero y mira que eso es triste.
Dice la palabra que el principio de todos los males es el amor al dinero y así nos va.
Ponemos la tele y constantemente (y más ahora que estamos en tiempos de crisis), vemos anuncios con títulos como “quieres ser millonario”, o “millonario al instante” y la gente se gasta dinerales enviando mensajitos con la esperanza de que pueda tocarles a ellos, y que ganar esa cantidad de dinero va a cambiar sus vidas.
El pensamiento reinante actualmente es: «tanto tienes, tanto vales y no hay más».
Tienes un buen coche: la gente te admira y quiere ser como tu.
Vistes bien: pasa lo mismo.
Tienes un buen reloj: eso dice mucho de ti…
y al final estamos esclavizados por cosas vanas, hemos desviado nuestros afectos a cosas que perecen en vez de centrarnos en Dios.
Elevemos nuestra alma a los tesoros celestiales, despojándonos de toda meta mundana y que nos separa de la estrecha comunión con Dios, que es idolatría, porque si no lo hacemos no podemos entrar en su presencia.
Jurar con engaño
En otras palabras, no ser mentiroso.
Es evidente que el Señor detesta la mentira. El padre de la mentira es el enemigo, y cuando mentimos, nos estamos alineando con Satanás, nos estamos haciendo hijos del diablo.
En general esto pasa cuando cometemos cualquier pecado en general, pero en este salmo se hace especial referencia a este.
Ante la presencia de Dios no hay lugar para la mentira.
En Hechos 5 podemos leer la historia de Ananías y Safira.
Esta pareja, vendió una propiedad y llevaron parte del dinero a los apóstoles.
El error fue que dijeron que ese era todo el dinero que habían conseguido de la venta de su propiedad, quizá por vanagloria, la verdad no se sabe.
La cuestión es que mintieron al Espíritu Santo y los dos cayeron muertos, primero Él y luego ella.
Hermanos, cuando en nuestros corazones hay mentira, medias verdades, cosas veladas y algunas oscuras, esto produce muerte, muerte espiritual, muerte delante de Dios.
Así no podemos entrar en la presencia de Dios, que nuestro sí sea si y que nuestro no sea no, porque Dios no admite mentirosos en su presencia.
Hemos visto los requisitos para entrar en la presencia de Dios, en su monte Santo: ser limpio de manos, manos blancas, puro de corazón, transparentes, sin dobleces, no elevar nuestra alma a cosas vanas, que el centro de nuestros afectos sea el Señor, y por último, no mentir.
Cumpliendo con estos requisitos estamos en disposición de disfrutar de los beneficios de su presencia que son:
BENEFICIOS DE ENTRAR EN SU PRESENCIA
La bendición de Jehová
PLENITUD DE GOZO
«Me mostrarás la senda de la vida; En tu presencia hay plenitud de gozo; Delicias a tu diestra para siempre.»
Salmo 16:11
Ahora mismo para la mí, la plenitud de gozo es comerme una buena comida, un entrecot con patatas fritas, un buen vino. Claro, con unos entrantes estupendos para picar, un poco de jamón y una cervecita, o sea, ponerme hasta arriba de comer, y de postre un trozo de tarta de chocolate y que me siente estupendamente bien.
Plenitud es todo, completo, el gozo es completo, uno no puede hallar más gozo en ninguna otra parte, sólo en su presencia, sólo en ese lugar donde Dios habita el gozo es completo.
En la parábola de los talentos, al final, cuando el Señor vuelve, y evalúa el trabajo de sus siervos, a los que lo han hecho bien les dice:
«Bien siervo bueno y fiel; en lo poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu Señor.»
Mateo 25:23
Yo quiero entrar en ese gozo, ese gozo que solo se encuentra en su presencia después de haber sido hallado fiel.
LIBERTAD
En su presencia hay libertad, uno se siente despojado de todo peso, de toda carga, Jesús dijo, mi yugo es fácil y ligera mi carga.
Así es como uno se siente en la presencia de Dios, libre, sin cargas, sin molestias, sin pesos, es todo perfecto y la perfección no tiene grados.
Justicia del Dios de salvación
“justificados pues por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo”
Romanos 5:1
Esa es la justicia de Dios y su salvación.
Su justicia, porque en su justicia divina Dios necesitaba expiación por nuestros pecados, estábamos irremediablemente separados de Él, muertos en nuestros delitos y pecados y su justicia demandaba el pago.
Salvación, porque proveyó un plan glorioso a través de Cristo para que no nosotros no tuviésemos que morir y así pagar nuestra deuda.
Esto es lo que encontramos en su presencia, la bendición de Jehová: plenitud de gozo y libertad; y la justicia del Dios de nuestra salvación, nuestra redención.
CONCLUSIÓN
Es hora de alistar el templo.
La construcción está realizada y lo utensilios también, y si la obra no está terminada, si tu templo todavía tiene las manos sucias, el corazón impuro, o el alma desviada, o quizá alguna mentira, es hora de ponerlo todo en orden porque viene el arca.
La presencia de Dios viene, viene como una nube ante la cual nadie puede permanecer indiferente, viene con todo su peso de gloria, viene a derramar de su bendición de su justicia y de su salvación.
Es hora de levantar manos blancas al cielo, de entrar en el gozo de tu Señor, de tener una cita en la cumbre.