Tengo una preocupación

20
Abr
Tengo una preocupación

¿Quién de vosotros no ha tenido alguna vez una preocupación que le ha quitado el sueño?

¿Estás preocupado por algo?

Hay un montón de cosas que nos pueden preocupar: la salud, el trabajo, nuestros hijos, la comida que nos hemos dejado en el fuego, si voy bien vestido, si tengo bien el pelo…

En fin, un montón de cosas.

Vivimos preocupados y algunas preocupaciones son positivas y otras nos agobian y asfixian.

En Junio del 2011, gracias a Dios me gradué.

Mis compañeros de clase me eligieron para dar el discurso de graduación en representación de todos ellos así que siendo consciente de la responsabilidad que tenía, me esmeré en prepararlo, en mencionarlos a todos y en hacer algo ameno pero completo.

En un principio me dijeron que tenía veinte minutos para hacerlo, así que mi discurso se ajustaba a este límite.

Poco antes de subir a la plataforma para decirlo, me dieron el aviso de que íbamos fatal de tiempo y que sólo tenía diez minutos.

Buff, ¡la mitad de lo estipulado al principio!

El resultado fue que yo intenté darlo pero esta preocupación marcó todo lo que dije.

Se notó, o por lo menos yo lo noté. No pude decir todo lo que tenía preparado y por estar preocupado se me olvidaron cosas tan importantes como agradecerle a mi madre, a Rody y a todos los que estaban allí, su apoyo y oraciones.

La preocupación del tiempo, condicionó mi discurso y así son las preocupaciones, nos condicionan y nos marcan.

Eso mismo podemos ver en todas las epístolas de Pablo.

Pablo tenía una preocupación y su preocupación condicionaba todo lo que hacía y escribía.

Su preocupación era la obra de Dios, la obra que le había sido encomendada, predicar el Evangelio.

“Por lo demás, hermanos, orad por nosotros, para que la palabra del Señor corra y sea glorificada, así como lo fue entre vosotros”,

2 Tesalonicenses 3:1

“y para que seamos librados de hombres perversos y malos; porque no es de todos la fe”.

2 Tesalonicenses 3:2

“Pero fiel es el Señor, que os afirmará y guardará del mal”.

2 Tesalonicenses 3:3

“Y tenemos confianza respecto a vosotros en el Señor, en que hacéis y haréis lo que os hemos mandado”.

2 Tesalonicenses 3:4

“Y el Señor encamine vuestros corazones al amor de Dios, y a la paciencia de Cristo”.

2 Tesalonicenses 3:5

“Pero os ordenamos, hermanos, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que os apartéis de todo hermano que ande desordenadamente, y no según la enseñanza que recibisteis de nosotros”.

2 Tesalonicenses 3:6

“Porque vosotros mismos sabéis de qué manera debéis imitarnos; pues nosotros no anduvimos desordenadamente entre vosotros”,

2 Tesalonicenses 3:7

“ni comimos de balde el pan de nadie, sino que trabajamos con afán y fatiga día y noche, para no ser gravosos a ninguno de vosotros”;

2 Tesalonicenses 3:8

“no porque no tuviésemos derecho, sino por daros nosotros mismos un ejemplo para que nos imitaseis”.

2 Tesalonicenses 3:9

“Porque también cuando estábamos con vosotros, os ordenábamos esto: Si alguno no quiere trabajar, tampoco coma”.

2 Tesalonicenses 3:10

“Porque oímos que algunos de entre vosotros andan desordenadamente, no trabajando en nada, sino entremetiéndose en lo ajeno”.

2 Tesalonicenses 3:11

“A los tales mandamos y exhortamos por nuestro Señor Jesucristo, que trabajando sosegadamente, coman su propio pan”.

2 Tesalonicenses 3:12

“Y vosotros, hermanos, no os canséis de hacer bien”.

2 Tesalonicenses 3:13

“Si alguno no obedece a lo que decimos por medio de esta carta, a ése señaladlo, y no os juntéis con él, para que se avergüence”.

2 Tesalonicenses 3:14

“Mas no lo tengáis por enemigo, sino amonestadle como a hermano”.

2 Tesalonicenses 3:15

Y el mismo Señor de paz os dé siempre paz en toda manera. El Señor sea con todos vosotros”.

2 Tesalonicenses 3:16

“La salutación es de mi propia mano, de Pablo, que es el signo en toda carta mía; así escribo”.

2 Tesalonicenses 3:17

“La gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con todos vosotros. Amén”.

2 Tesalonicenses 3:18

Orad por mí

ORAD POR MÍ

En los comienzos de esta Iglesia, Emaús, había un grupito de jóvenes que éramos bastante traviesos y nos reíamos de todo.

Una vez, vino Mingo, un cantante y amigo de nuestro pastor, a compartir unas canciones con nosotros.

Mingo acababa de producir un CD que estaba promocionando e hizo unos pequeños separadores de estos que se ponen en los libros, que tenía una foto suya y en los que ponía en letras amarillas “Orad por mí”.

Al finalizar el culto se puso en la puerta y fue dándole la mano a cada uno de los hermanos, dándoles un separador y diciéndoles esa frase: “Orad por mi”.

Para que queremos más, con un evidente tono de sorna ese fue el nuevo saludo que adoptamos entre los jóvenes del grupito que había entonces.

“Orad por mi”.

Nosotros éramos adolescentes indolentes pero Mingo, a través de las circunstancias de la vida, había aprendido la importancia de la cobertura en oración del cuerpo de Cristo y muchos de nosotros lo hemos aprendido después mientras hemos crecido y nos hemos enfrentado a diferentes pruebas.

En Hechos 12, tenemos un ejemplo precioso del poder de la oración y de la importancia de la cobertura y preocupación de los hermanos.

Herodes había mandado matar a algunos cristianos, entre ellos a Jacobo el hermano de Juan, y viendo que esto había agradado a los judíos, cogió a Pedro y lo metió en la cárcel con una seguridad extraordinaria.

Siendo de noche y estando Pedro custodiado por cuatro grupos de cuatros soldados cada uno, o sea dieciséis y estando atado con cadenas, se le apareció un Ángel que le despertó y le condujo fuera de la prisión liberándolo como si nada.

Entonces Pedro fue dónde los hermanos estaban orando, que era el mismo sitio en el que recibieron el Espíritu Santo en Pentecostés y cuando lo vieron los hermanos se quedaron atónitos.

Yo creo que la clave de la liberación sobrenatural de Pedro se encuentra en el versículo 5 del capítulo 12 que dice:

“Así que Pedro estaba custodiado en la cárcel; pero la iglesia hacía sin cesar oración a Dios por él.”

Hechos 12:5

Pablo, igual que Pedro e igual que Mingo, había comprendido la importancia del efecto que tenían las oraciones de sus hermanos sobre su vida y su ministerio, y una vez más les pide a los Tesalonicenses que oren por él.

Es común en las cartas de Pablo encontrar una petición explícita de oración, lo que nos indica la importancia que tiene para él esa cobertura:

“Pero os ruego, hermanos, por nuestro Señor Jesucristo y por el amor del Espíritu, que me ayudéis orando por mí a Dios,”

Romanos 15:30

 “…orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos;”

Efesios 6:18

“Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias.”

Filipenses 4:6

“Perseverad en la oración, velando en ella con acción de gracias;»

Colosenses 4:2

«orando también al mismo tiempo por nosotros, para que el Señor nos abra puerta para la palabra, a fin de dar a conocer el misterio de Cristo, por el cual también estoy preso,»

Colosenses 4:3

 «para que lo manifieste como debo hablar.”

Colosenses 4:4

Oremos los unos por los otros, cubrámonos en oración porque el Señor escucha las oraciones de su pueblo.


Para que la palabra del señor sea glorificada

LAS DOS PETICIONES:

Al solicitar las oraciones de los Tesalonicenses, Pablo lo hace en dos direcciones definidas y ya en estos primeros versículos deja ver su preocupación:

Para que la Palabra del Señor corra y sea glorificada

La primera preocupación de Pablo antes que cualquier otra cosa, era la obra del Señor.

Como discípulos de Cristo, como súbditos del reino, esa debe ser nuestra mayor preocupación, que la obra se extienda, que podamos ser heraldos del evangelio, alcanzar almas, que es nuestra tarea.

Por protección contra los hombres malos y perversos

Pablo tenía que enfrentar muchas luchas, tanto espirituales como físicas y habiendo sido consciente de la eficacia de la oración corporativa extiende su petición a un ámbito físico.

La intervención de los hombres malos y perversos le podía afectar de muchas formas: cárceles, persecución, palizas, juicios, expulsiones, económicamente etc…

Así que yo me quedo con este orden a la hora de clamar por vosotros y a la hora de que vosotros claméis por mi.

Primero el reino de Dios y su justicia y segundo las demás cosas, las añadiduras.

Hermanos, oremos los unos por los otros, porque en la oración de la Iglesia como cuerpo de Cristo hay poder.

Pero sobre todo clamemos por la extensión del reino sin impedimentos que era la preocupación de Pablo.

Qué esa sea nuestra primera preocupación, su obra.


Lo que no se debe hacer

ACTITUD ERRÓNEA ANTE LA SEGUNDA VENIDA

En un fervor exagerado o indecente de espiritualidad, ante la enseñanza de la segunda venida y una mala interpretación, algunos de los Tesalonicenses habían dejado de trabajar y se dedicaban a holgazanear y a aprovecharse de los hermanos.

La palabra utilizada en griego se usaba en los contratos de los aprendices donde se estipulaba que si los mismos “holgazaneaban” tenían que recuperar el trabajo o el día perdido en su defecto.

La palabra también significa romper la formación de un desfile militar.

En las culturas tanto grecorromana como judía, el trabajo era muy importante.

En la judía se decía que el que no le enseñaba a su hijo una profesión, le enseñaba a robar.

Pablo se graduó como rabino pero también hacía tiendas y el motivo era que los rabinos tenían prohibido cobrar por enseñar.

Así uno podía encontrar un rabino panadero, albañil, barbero o como por ejemplo el mismo Jesús, carpintero.

Así pues Pablo para esta reprensión utiliza un dicho muy extendido entre los judíos: “el que no trabaje, que no coma”.

Cuando un cristiano estaba faltando a sus obligaciones con la comunidad y con su familia, se convertía en un mal testimonio y eso afectaba a la extensión del reino, que hemos dicho antes que era la principal preocupación de Pablo.

De este tema he aprendido dos cosas:

Primer aprendizaje

Que las malas interpretaciones que no se ajustan a la sana doctrina siempre redundan en un mal testimonio y contribuyen a empañar la imagen y la efectividad del Evangelio.

En la televisión americana e incluso en los pocos canales cristianos que recibimos en España, podemos ver una serie de Telepredicadores que mal interpretan y pervierten la doctrina prosperidad de los cristianos siempre con el fin de enriquecerse.

Inevitablemente, esto ha traído mala fama a las Iglesias cristianas, estos tergiversadores de la verdad con sus escándalos incluidos.

Alguna vez al compartir del evangelio con diferentes personas, me han preguntado que si soy de esos que salen en la tele y me han sacado los colores.

Segundo aprendizaje

Que el cristiano en el trabajo que hace, ha de ser excelente porque es una forma de dar testimonio.

Cuentan que en el siglo XVIII, y tuvo que ser por esas fechas porque ahora tristemente no pasa, un hombre Inglés fue a comprar una casa en las colonias de los Estados Unidos.

Después de mucho buscar, alguien le habló de una casa que acababan de construir a las afueras de la ciudad pero que no le daba tiempo a visitar porque su barco de vuelta a Inglaterra zarpaba.

El hombre, para asombro de sus acompañantes, la compró sin ni siquiera verla.

Ya en el barco, algunos de sus colegas le preguntaron el por qué de esa temeridad, comprar una casa sin verla.

Le preguntaron si había perdido el juicio y él, sosegadamente les respondió que no le cabía ninguna duda de cómo estaba la casa ni de la calidad que tendría la casa.

La casa estaría cuidadosamente construida, como no podría ser de otra forma, porque los constructores eran Quaqueros, cristianos.

Nuestro trabajo ha de ser perfecto delante de Dios y de los hombres, porque es una forma de dar testimonio, perfección sin perder de vista el fin, que su nombre sea glorificado.


Orden, amor y disciplina

UN POCO DE DISCIPLINA

Siguiendo el hilo conductor de la preocupación por la Obra de Dios, Pablo se preocupa por aquellos que son contumaces y desobedientes.

Les dice a los Tesalonicenses que por el bien de la obra y por el de ellos mismos, deben señalarlos y amonestarlos como a hermanos por si con la vergüenza que se consiga de esa discriminación, recapacitan y vuelven a comportarse responsablemente.

Es esencial que toda amonestación dentro del cuerpo de Cristo, sea hecha en amor, desestimando la superioridad y por supuesto la imposición, cuanto más la crueldad.

En el Nuevo Testamento, encontramos varios textos que nos hablan sobre la disciplina y el orden que debe haber entre los hermanos:

“Por tanto, si tu hermano peca contra ti, ve y repréndele estando tú y él solos; si te oyere, has ganado a tu hermano.”

Mateo 18:15

“Mas bien os escribí que no os juntéis con ninguno que, llamándose hermano, fuere fornicario, o avaro, o idólatra, o maldiciente, o borracho, o ladrón; con el tal ni aun comáis.”

1 Corintios 5:11

«Hermanos, si alguno de entre vosotros se ha extraviado de la verdad, y alguno le hace volver»

Santiago 5:19

«sepa que el que haga volver al pecador del error de su camino, salvará de muerte un alma, y cubrirá multitud de pecados.»

Santiago 5:20

De esto también he aprendido tres cosas:

  • Que la disciplina es necesaria porque Dios es un Dios de orden y no admite desorden en su Cuerpo.
  • Que la disciplina siempre ha de ejercerse con amor.
  • Que la disciplina siempre se ejerce con el objetivo de hacer volver del error al hermano disciplinado.

Predicad el evangelio

CONCLUSIÓN

En este capítulo de despedida, Pablo toca tres temas:

La oración corporativa por los santos, de la que hemos visto su efectividad y el orden en que debe hacerse : primero el Reino de Dios y su justicia y después las añadiduras.

La mala interpretación de la enseñanza de la segunda venida, que había llevado a algunos a dejar de trabajar siendo de mal testimonio.

Y por último, la disciplina que ha de ejercerse cuando el orden establecido por un Dios de orden es roto, pero siempre en amor y con un fin.

El hilo conductor que subyace uniendo los tres temas, es la preocupación por el reino, por la obra de Dios, que tenía Pablo y que queda reflejada en todo lo que hace.

Es evidente que su prioridad era Cristo y predicar el Evangelio, y cómo creyentes, esa debe ser nuestra prioridad también, Cristo y su obra.

Que todo lo que hagamos esté marcado por esta preocupación y que ella esté por encima de cualquier otra cosa, por encima de beneficios personales y materiales, porque las demás cosas son añadiduras.

La preocupación marcó mi discurso de graduación para mal; que la preocupación por la extensión del reino marque nuestras vidas y actitudes para un bien eterno.

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