Tres contra uno

19
Mar
Espera en Dios

¿Alguna vez os ha picado un ojo de una forma desesperante? Cuando un ojo te pica así, te rascas y te sigue picando pero si no te rascas te entra una desesperación insoportable.

Si no me crees prueba a soportar el picor sin tocarte ni rascarte. Te tiembla todo el cuerpo, te dan escalofríos, te desesperas, te duele todo y no puedes hacer nada más.

Como seres humanos estamos diseñados de forma que tenemos ciertas necesidades básicas que tenemos que satisfacer…

Hacer pis, rascarse, dormir, comer y por supuesto beber, sin líquido el ser humano no puede vivir más de cinco días.

Si no se consume agua en este periodo de tiempo uno se deshidrata, le baja la presión arterial y probablemente sufrirá un infarto o un fallo multiorgánico. 

Ya os he contado esto en otras ocasiones pero le va como anillo al dedo al texto sobre el que os quiero compartir.

Cuando me quitaron el estómago, que estuve tan grave me hidrataban por vena, pero como mi sistema digestivo había quedado tan delicado, me prohibieron beber agua durante casi dos semanas. La forma en la que reaccionó mi cuerpo a esa falta de ingesta de líquido fue terrible.

Se me llagó toda la boca y tenía una desesperación brutal, sentía como si tuviera fuego dentro, por la infección, y tenían que estar constantemente mojándome con gasas empapadas en agua la lengua. Cada dos por tres iba al grifo del baño para abrirlo y que corriese al agua por mi boca y con tanta desesperación lo hacía y pasaba tanto tiempo encorvado en el lavabo, que se me saltaron los puntos.

Mientras leía el Salmo sobre el que os quiero compartir me acordaba de estas dos cosas, porque todo el habla de la desesperación que tiene el salmista por estar en la presencia de Dios.

Es el Salmo 42 y habla de la necesidad desesperante que tiene el autor por disfrutar de la compañía divina y de cómo esa necesidad le consume y le mueve.

«Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas, Así clama por ti, oh Dios, el alma mía.»

Salmos 42:1

«Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo;
¿Cuándo vendré, y me presentaré delante de Dios?»

Salmos 42:2

«Fueron mis lágrimas mi pan de día y de noche,
Mientras me dicen todos los días: ¿Dónde está tu Dios?»

Salmos 42:3

«Me acuerdo de estas cosas, y derramo mi alma dentro de mí;
De cómo yo fui con la multitud, y la conduje hasta la casa de Dios,
Entre voces de alegría y de alabanza del pueblo en fiesta.»

Salmos 42:4

«¿Por qué te abates, oh alma mía,
Y te turbas dentro de mí?
Espera en Dios; porque aún he de alabarle,
Salvación mía y Dios mío.»

Salmos 42:5

«Dios mío, mi alma está abatida en mí;
Me acordaré, por tanto, de ti desde la tierra del Jordán,
Y de los hermonitas, desde el monte de Mizar.»

Salmos 42:6

«Un abismo llama a otro a la voz de tus cascadas;
Todas tus ondas y tus olas han pasado sobre mí.»

Salmos 42:7

«Pero de día mandará Jehová su misericordia,
Y de noche su cántico estará conmigo,
Y mi oración al Dios de mi vida.»

Salmos 42:8

«Diré a Dios: Roca mía, ¿por qué te has olvidado de mí?
¿Por qué andaré yo enlutado por la opresión del enemigo?»

Salmos 42:9

«Como quien hiere mis huesos, mis enemigos me afrentan,
Diciéndome cada día: ¿Dónde está tu Dios?»

Salmos 42:10

«¿Por qué te abates, oh alma mía, Y por qué te turbas dentro de mí? Espera en Dios; porque aún he de alabarle, Salvación mía y Dios mío.»

Salmos 42:11

Se desconoce quién es el autor de este salmo y aunque muchos autores coinciden en que tiene todo el estilo de David (Spourgeon dice que a David solo le faltó firmarlo porque tiene toda su impronta) nosotros no nos atrevemos a ser tan tajantes sobre todo porque el salmo no dice que sea de él.

Sea como fuere, el salmista que escribió este canto para los hijos de Coré, se encontraba desesperado y agobiado por diferentes problemas pero sobre todo por estar lejos de la presencia de Dios.

Estaba lejos del monte Santo, apartado del Templo y del arca y añoraba esa comunión y la plenitud de sentirse rodeado de esa presencia divina.

Como estaba escribiendo una cosa bonita, no empieza diciendo: “Como cuando a uno le pica un ojo y uno no puede rascarse, así está desesperada por ti oh Dios el alma mía” utiliza imágenes más poéticas y más bonitas: un ciervo, unas cascadas, unas olas; pero lo que manifiesta son los problemas que está viviendo en ese momento de probable exilio con la consiguiente desesperación y la solución.

Nuestros problemas no están lejos de los suyos.

A medida que he meditado en este escrito me he visto identificado en lo que el salmista manifiesta y creo que esta reflexión sencilla será de bendición para todos nosotros.

He titulado el mensaje: TRES CONTRA UNO, porque he resumido la problemática del salmista en tres problemas y una solución; y en este combate el ganador por K.O. es la solución:


TRES PROBLEMAS

Oposición externa

1. Oposición externa

Por oposición externa yo entiendo todo aquello que está fuera de mí y que yo no puedo controlar y esta oposición se manifiesta en este salmo de dos maneras:

· LOS ENEMIGOS. ¿DÓNDE ESTÁ TU DIOS?

Los enemigos son los primeros que refleja el salmista que están ejerciendo esta oposición con ensañamiento.

Este pobre hombre no tenía suficiente con los problemas que tenía, sino que encima, sus enemigos, probablemente los filisteos le hacían una pregunta hiriente: ¿Dónde está tu Dios? Esto era como echarle sal en la herida, hacer leña del árbol caído.

Los Filisteos y los pueblos paganos que rodeaban al pueblo de Israel tenían representaciones de sus deidades a las que podían acudir y a las que veían, eran objetos tangibles ante los que arrodillarse, hacer sacrificios y gritar, aunque de ellas no recibieran respuesta; pero el pueblo del Señor tenía la prohibición explícita de hacerse ningún tipo de Imagen.

Así que los que rodeaban al salmista le decían: Ese Dios que tú tienes no mola mucho, no solo permite que sufras como sufres sino que encima no es visible, no tienes ni siquiera ese consuelo.

Le estaban diciendo: Yo tengo un palo pero tú no tienes nada.

Cuando pensaba en los enemigos que nos hieren y nos pisotean, ya sea con preguntas, con acciones o con ofensas verbales pensaba en Jesús.

Cuando Jesús estaba en la Cruz, a punto de entregar su espíritu, los que pasaban por allí, lo otros que estaban crucificados, los fariseos, los escribas, la multitud decía: “Confió en Dios. Líbrele ahora si le quiere.”

En otras palabras: ¿Dónde está tu Dios? ¿Ese Dios que has estado predicando y del que dices que eres Hijo?

¿No es cierto que esto nos pasa muy a menudo? En cuanto tenemos el más mínimo problema los que nos rodean nos preguntan ¿Dónde está tu Dios? ¿A ti que eres tan Cristiano te está pasando esto? Lo hacen erróneamente es pensar que por ser cristianos no vamos a tener problemas.

Dios nunca nos prometió, que no tendríamos problemas, pero sí que podemos confiar en que cuando los tengamos, Jehová estará a nuestro lado y logrará que toda situación obre para nuestro bien.

En el  Salmo 32, dice:

«Muchas son las aflicciones del justo pero de todas ellas le librará Dios.»

Salmo 32

En  Juan 16:33 Jesús les dijo a sus discípulos:

«En el mundo tendréis aflicción, más confiad; Yo he  vencido al mundo.»

Juan 16:33

Es decir por muy justo que seas, nada te va a librar de la aflicción pero Dios estará contigo. ¿Hubo alguien más justo que Cristo? ¿Fue librado Cristo de la aflicción?

Así que el primer agente que trata el salmista de la opresión externa son los enemigos, aunque yo creo que también pueden ser amigos los que hagan leña del árbol caído…

· DIOS MISMO

El segundo agente de la opresión externa que contempla el salmista es Dios mismo.

En el versículo 7 podemos leer:

«Un abismo llama a otro a la voz de tus cascadas;
Todas tus ondas y tus olas han pasado sobre mí.»

Salmos 42:7

¿Cuántos os habéis bañado en el mar alguna vez? Y a ¿Cuántos alguna vez una ola les ha dado un revolcón? Cuando una ola pasa sobre ti, una figura que en este salmo es una cosa muy poética, en la realidad es una sensación horrible.

Dejas de ver, tragas agua, pierdes la noción tanto del tiempo como de la ubicación, si estás cerca de la orilla te das contra el suelo, o te llenas de arena y si la ola es un poco fuerte hasta puedes perder el bañador.

Pero una cosa sí que me pasa a mí casi todos los años en vacaciones: llego desesperado a la playa, con unas ganas locas de bañarme sin poner mucho cuidado en nada, pero después del primer revolcón; todo son precauciones.

La forma que normalmente usa Dios para pulirnos, para moldearnos y darnos forma, para enseñarnos, es dejar que nos ocurran dificultades para que nos demos cuenta de lo mucho que necesitamos de Dios y aprendamos lo que tengamos que aprender.

Yo no sé cuál era el plan de Dios con el salmista pero de que tenía un plan con el sufrimiento que él estaba pasando, no tengo ninguna duda.

Por lo menos si que estoy seguro de que ese tiempo de distancia de la presencia de Dios, de la privación de todos sus beneficios, le hizo valorarla de una forma mucho más especial, y es que así somos, no valoramos lo que tenemos hasta que lo perdemos.

El Señor nos enseña a través de sus olas y de sus aguas, para aprender a nadar, para navegar por aguas más profundas, para crecer espiritualmente, tenemos que darnos un par de revolcones en el agua; para valorar la presencia de Dios tenemos que vernos privados un poco de tiempo de ella.

Esa es nuestra naturaleza, no aprendemos de otra forma.

Oposición interna

2. Oposición interna

Como oposición interna entiendo a aquello que está dentro de mí, mis sentimientos, mis pensamientos, lo que yo produzco.

· TRISTEZA

El salmista estaba triste: en este salmo dice que sus lágrimas fueron su pan de día y de noche, dice que su alma está abatida dentro de él y que se siente olvidado.

No sé a vosotros pero a mi todas estas manifestaciones me suenan a depresión.

La tristeza es una cosa terrible y te puede llevar al estado más lamentable.

En la palabra tenemos varios ejemplos de siervos de Dios que después de una gran victoria, se han sentido profundamente tristes, una tristeza que incluso les imposibilitaba para el ejercicio de su ministerio.

Me llama mucho la atención el ejemplo de Elías. Acababa de tener una victoria aplastante contra los profetas de Baal, había demostrado que su Dios era Dios sobre todos, que ese mismo Jehová le había guardado y protegido y escucha que Jezabel quiere matarlo y sale corriendo.

El cúlmen de la manifestación de su tristeza es cuando se recuesta bajo un enebro y desea morirse.

Le dice a Dios “quítame la vida porque no soy mejor que mis padres”. Sin lugar a dudas la tristeza había hecho de este gran hombre un trapo que deseaba morirse.

La tristeza nos vuelve irracionales, saca lo peor de nosotros, nos anula y lo peor es que nos desenfoca e imposibilita para cumplir con el propósito que Dios tiene con nosotros.

Tengo esclerosis múltiple. Es una enfermedad neurológica complicada para la que no hay un tratamiento todavía muy efectivo, pero el único que hay tiene unos efectos secundarios violentos, sobre todo al principio.

Uno de los efectos secundarios es la depresión, la tristeza.

Recuerdo que cuando empecé a ponerme el tratamiento, hace un año y medio, los primeros meses estaba tan triste que solo quería estar en la cama llorando.

Cualquier cosa era para mí un mundo, iba en el tren, iba llorando; perdía el autobús, lloraba; se me perdía un boli, lloraba; en fin que todo era una pena.

Así que antes no comprendía muy bien a la gente que sufría de depresión e incluso Elías, Jonás o David, me parecían un poco flojuchos, hasta que lo he vivido en mis propias carnes.

Como he dicho la tristeza es algo que puede acabar con nosotros pero en Santiago 5:13 se nos da una solución para la tristeza bien sencilla:

«¿Está alguno afligido entre vosotros? Haga oración.»

Santiago 5:13

No estoy diciendo que como cristianos no podemos estar tristes, Dios me libre, de hecho si alguien os dice eso es un falso profeta, pero sí que os digo que como hijos de Dios tenemos la herramienta para luchar contra ella, la oración y tenemos que hacerlo a brazo partido para que la tristeza no nos imposibilite para servir a nuestro Rey porque tiene esa capacidad.

· RECUERDOS QUE PUEDEN SER + O –

La segunda fuente de opresión interna eran sus recuerdos.

Los recuerdos pueden ser positivos o negativos, incluso pueden ser neutros y nuestra interpretación convertirlos en positivos o negativos.

En el versículo 4 leemos:

«Me acuerdo de estas cosas, y derramo mi alma dentro de mí;
De cómo yo fui con la multitud, y la conduje hasta la casa de Dios,
Entre voces de alegría y de alabanza del pueblo en fiesta.»

Salmos 42:4

Lo que en un principio era un recuerdo feliz, debido a su estado, lo había convertido en un recuerdo del pasado que añoraba y que le hacía infeliz al no poder revivirlo, “derrama su alma” y que probablemente había idealizado porque los humanos tenemos esa capacidad.

Lo que he aprendido es que si pasamos la vida recordando los tiempos pasados y añorando las bendiciones pasadas para convertirlas en cosas negativas por la falta, nos volvemos ciegos que no vemos las bendiciones presentes.

Cuando al pueblo de Israel le empezó a faltar agua y carne, empezó a añorar y a idealizar las comidas que tenía en Egipto y eso le convirtió en un pueblo ciego anclado en el pasado que no veía la bendición de la libertad.

Cuando llegué de Estados Unidos, y eso lo compartía con los hermanos de la célula a la que asisto, los primeros meses eché mucho de menos.

Añoraba las comidas, las tiendas, hasta el idioma y lo idealicé tanto que estaba ciego a todas las bendiciones que el Señor me estaba dando aquí; estar con mi familia, ir al seminario, estar en mi Iglesia y después un trabajo encantador y una novia espectacular.

Que el Señor nos libre de anclarnos en el pasado y de que nuestros recuerdos, ya sean positivos o negativos nos afecten negativamente.

3. Separación de la presencia de Dios

El tercer problema que tenía el salmista era estar separado de la presencia de Dios.

· CONTEXTO DEL SALMISTA Y SU ANSIEDAD

Ya sea por la persecución o porque era David huyendo o por el motivo que fuese, el salmista estaba alejado del lugar donde estaba el arca, del monte santo, de la misma presencia de Dios y no solo eso, sino que sabía que la solución para sus problemas era poder exponer su causa en su presencia y al no poder hacerlo, se crea una ansiedad en él manifestada en el primer versículo:

«Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas, así clama por  ti, o Dios, el alma mía»

Salmos 42:1

· LO QUE NOS SEPARA DE LA PRESENCIA DE DIOS:

El pecado y la ansiedad, que debe producir en nosotros el estar lejos de la presencia de Dios

Tres cosas nos pueden separar de la presencia de Dios:

  • Nuestros problemas que nos tienen ocupados y no nos dejan ver que el Señor está ahí
  • Dios mismo porque así lo ha decidido como hemos dicho antes quizá para que la apreciemos más
  • El pecado.

Si contra uno de estas tres cosas tenemos que luchar con todas nuestras fuerzas es contra el pecado.

El pecado es todo aquello que nos separa del Dios Santo al que servimos y que está estipulado en su palabra.

¿Quieres saber si estás pecando? No hay indicador que sentirse cerca o lejos de Dios ¿Alguna vez has sentido como que estás lejos, que tus oraciones no pasan del techo, que nadie te escucha? Pues analízate.

Nada nos separa de forma más violenta de la presencia de Dios que el pecado.

El pecado abre una sima entre Dios y nosotros, una distancia que solo se puede salvar a través de la sangre de su Hijo Jesucristo.

En el Antiguo Testamento el lugar santísimo, que era el lugar donde estaba el arca, estaba separado por un velo sobre el cual se nos dice en la Palabra que fue rasgado abriéndonos así el camino y el libre acceso a la presencia de Dios.

No hay nada más triste ni más desesperante para un cristiano que sabe lo que es estar delante de su Dios, que verse privado de esa presencia preciosa.

¿Te sientes lejos de la presencia de Dios? Es tiempo de arrepentirse y hacer las paces a través de la sangre de Cristo.

Arrepiéntete de tus pecados y empieza a disfrutar de las maravillas de su presencia, de la paz del gozo, de la libertad y de todos los beneficios que sólo en ese lugar se pueden encontrar.

Así que tres problemas tenía el salmista:

  • Los opresores externos: enemigos y Dios mismo.
  • Los opresores Internos: la tristeza y los recuerdos mal aplicados.
  • Sentirse lejos de la presencia de Dios.

Y ahora vamos a hablar brevemente de la solución que el escritor de este salmo nos da:


Espera en Dios

LA SOLUCIÓN: ESPERAR EN DIOS

En algún momento del recuento de sus problemas el salmista se da cuenta de que tiene una solución a su alcance: ESPERAR EN DIOS.

En la segunda parte del versículo 6 dice: “Me acordaré de ti” y en el versículo 8 se nos da la clave de la forma en la piensa hacerlo: de día y de noche.

«Pero de día mandará Jehová su misericordia,

Y de noche su cántico estará conmigo,

Y mi oración al Dios de mi vida.»

Salmos 42:8

Esperar de día y de noche en oración.

Qué bonito parece pero qué difícil es.

Vivimos en tiempos muy liados, trabajamos mucho, tenemos muchas responsabilidades, niños, compras, etc.… y muchas veces no salimos de nuestros problemas porque simplemente no vamos delante de Dios, del Dios de nuestra salvación de día y de noche a esperar delante de él en oración a que nos de su respuesta.

Qué fácil es decirlo pero que difícil es hacerlo… he descubierto que igual de difícil que es para mi, era para el salmista, por eso en el salmo podemos ver un dialogo constante entre el individuo y su alma que impele a esta a esperar.


CONCLUSIÓN

A través de este precioso salmo hemos visto tres problemas y una solución.

Un tres contra uno en el que como no podría ser de otra manera la solución sale victoriosa.

Los problemas pueden ser externos; enemigos, Dios mismo; internos: tristeza, recuerdos y el hecho de que estemos separados de la presencia de Dios.

¿Hay alguien aquí que no tenga alguno de estos problemas? A medida que fui descubriendo el texto, me pude identificar con cada uno de ellos pero mi corazón se llenó de alegría cuando pude vislumbrar la solución: ESPERA EN DIOS. 

Sólo en Dios hayamos respuestas, sólo en nuestro Dios hayamos descanso y salvación, sólo en Él está nuestro gozo y nuestra alegría y a pesar de que los problemas nos rodeen, nos aprieten y nos quieran derribar; encontramos nuestra paz y todo adquiere orden y la relevancia que le corresponde.

Sólo esperando en Dios comprendemos las cosas y las soportamos porque sabemos que nuestra vida está en sus manos y nada se escapa de su control.

No sé qué problemas tienes, no sé si son muy graves o no lo son, si te dejan vivir o si no puedes más, si estás deseperado o te sientes lejos de la presencia de Dios; pero sí que tengo una solución para ti:

ESPERA EN DIOS DE DÍA Y DE NOCHE EN ORACIÓN y él te va a contestar, él es fiel y no desampara a sus hijos.

Esta web utiliza cookies propias y de terceros para su correcto funcionamiento y para fines analíticos y para mostrarte publicidad relacionada con sus preferencias en base a un perfil elaborado a partir de tus hábitos de navegación. Al hacer clic en el botón Aceptar, acepta el uso de estas tecnologías y el procesamiento de tus datos para estos propósitos. Más información
Privacidad