Cristología

23
Mar
Cristología

Francisco Lacueva dice que Cristo, es el centro de la teología y de nuestras vidas, de las vidas de aquellos que nos llamamos cristianos he intentamos vivir como Jesús enseñó y está recogido en su Palabra.

Lacueva no se equivoca.

Sin Jesucristo nuestra fe no tendría sentido, y nuestra vida tampoco, como dice el apóstol Pablo, seríamos las personas más dignas de conmiseración.

En este corto estudio, hemos intentado reflejar las partes más importantes de la doctrina cristológica que son su encarnación, su ministerio, su muerte y su resurrección

También hemos intentado hacer un repaso de los vaivenes y giros que ha sufrido esta valiosa doctrina hasta conformarse tal y como la entendemos en nuestros días.

Una y otra vez, comprobamos como las desviaciones y errores se cometen por separarse de la sana comprensión de las Escrituras y es por ello que nos hemos ajustado a lo que ellas declaran haciendo énfasis en centralidad de Cristo, su mensaje y su obra.

Al redactar este trabajo nos ha invadido una enorme gratitud, un sentido de impotencia ante la majestad de lo conquistado y un sumo deleite al contemplar a nuestro Dios encarnado queriendo acercarse a nosotros por amor; y esperamos que al igual que dicha contemplación ha sido de bendición para nuestras vidas, esa gracia os alcance a vosotros también.


Doctrina de Cristo

BREVE ANÁLISIS HISTÓRICO Y HEREJÍAS

La Historia de la formulación de la doctrina cristológica es fecunda y en ocasiones intrincada, como muy bien la describe:

“…la memoria histórica muestra desvíos, pasos atrás y flagrantes olvidos de la comunidad en la asimilación de su herencia.”

-Elisabeth Jhonson-

Cristología Patrística

A lo largo de los primeros siglos se conformó la estructura de la doctrina de Cristo.

Se plantearon cuestiones como la divinidad de Jesús, su doble naturaleza, el nacimiento virginal, la resurrección, su predicación…

¿Es Jesús verdaderamente hombre con carne real? ¿Es verdaderamente Dios? ¿Es de la misma naturaleza que el Padre en su divinidad? etc…

Y ello unido a las diferentes herejías contra las que los Padres de la Iglesia se opusieron vehementemente, pero no sin cometer errores de diversa gravedad.

Ayudó de una forma divinamente preparada y guiada a la formulación de la cristología que se plasmó en los diferentes concilios de los cinco primeros siglos, con alguna adición posterior de menor importancia.

Es por ello, que brevemente estudiaremos estas herejías, sus propulsores y las reacciones que provocaron terminando en las conclusiones conciliares que fijaron la ortodoxia.

Las herejías que tienen que ver con Jesucristo se pueden clasificar en tres grandes divisiones, a saber:

  1. Las que afectan a la realidad de las naturalezas de Cristo (gnósticos, docetas, ebionitas)
  2. Las que afectan a la integridad de dicha unión personal de las dos naturalezas (arrianos, apolinaristas)
  3. Las que afectan a la unión personal de las dos naturalezas (nestorianos, monofisistas).

GNOSTICISMO 

Los gnósticos sostenían básicamente tres principios:

  1. Que el espíritu inmortal del hombre no se contamina con las obras de la carne;
  2. Que Cristo fue un emisario de luz con un aparente cuerpo humano
  3. Que los seres humanos se dividen en tres clases:
    • Hílicos: materia. Incapaces de ningún conocimiento espiritual y abocados a la perdición
    • Spike: alma. Miembros ordinarios de la iglesia de Cristo
    • Pneumáticos: espirituales. Que poseen un conocimiento superior y forman parte de una élite espiritual.

Estas doctrinas heréticas ya se estaban intentando introducir en la Iglesia primitiva, por lo que Juan, en su evangelio, pero sobre todo en su primera epístola, defiende la realidad humana de Cristo y argumenta en contra de la división de clases humanas.

El propulsor más conocido de esta herejía fue Cerinto, que decía que Jesús era un hombre ordinario, hijo de María y de José, y que el Cristo era un espíritu superior que descendió sobre él en el momento de su bautismo, pero que le abandonó en el momento de la crucifixión.

Además de Juan, Ireneo de Lyon defiende que la salvación no está en la gnosis (conocimiento oculto), sino en Cristo.

DOCETISMO

La palabra “doceta” procede del verbo griego “dokeo” que significa parecer.

Esta herejía, sostiene que Cristo sólo adoptó la apariencia de ser humano pero que no lo era en realidad.

Negaba la realidad terrenal del cuerpo humano de Cristo apoyándose en que la materia como tal es mala y por lo tanto Cristo, que había de mantenerse puro, sólo pudo tomar la apariencia de cuerpo humano.

Negaba la concepción de María asegurando que Jesús no había sido concebido en el vientre de la mujer, sino formado en el cielo y expelido como por un canal a través del útero de María.

El docetismo, es considerado una rama del gnosticismo y a ambas vertientes se opuso fuertemente Ireneo en términos soteriológicos y escriturales.

Para Ireneo, sólo Dios puede salvar al hombre pero debe hacerse semejante a él para una salvación completa.

Expone, en contra del docetismo, que Jesús es Dios y hombre, uno sólo y el mismo.

EBIONITAS

En orden cronológico, es la segunda herejía formal tras la controversia docetista.

El ebionismo surgió a finales del siglo I y principios del siglo II y consistía en una negación de la naturaleza divina de Cristo.

Proponía que Jesús fue un hombre normal, eso sí, estricto cumplidor de la Ley y que fue escogido por Dios para que fuese gran profeta y maestro siendo capacitado por el Espíritu Santo.

Los ebionitas eran herejes de origen judío que deseaban mantener a toda costa el monoteísmo del Antiguo testamento.

Contra esta herejía, se pronunciaron Ireneo, Hipólito, Orígenes y Eusebio.

ARRIANOS

El arrianismo, sostiene que Jesucristo, aunque es el más grande de todos los seres divinos, no es más que un ser creado.

Con esto Arrio negaba la consustancialidad con el padre y por tanto su unidad trinitaria y divina.

Arrio fue presbítero de Alejandría en el 313 d.C y fue condenado en el concilio de Nicea en el 325 d.C.

El problema de Arrio fue la incomprensión de que el Hijo es engendrado en la eternidad, entendiendo este hecho como una inferioridad con respecto a la naturaleza divina del Padre.

APOLINARISTAS 

Surgieron como reacción al arrianismo pero se fueron al otro extremo.

Arrio, exaltó la humanidad de Cristo despojándolo de características propias de la divinidad y Apolinar, obispo de la Laodicea (310-390 d.C), enfatizó tanto su divinidad que perdió de vista la humanidad.

Siguiendo la senda Platónica de la tricotomía humana, negó que la naturaleza humana de Jesucristo poseyese espíritu propio, provisto de razón deliberante y de voluntad libre.

Apolinar y sus seguidores sostuvieron que Jesús tuvo un cuerpo humano y un alma humana, pero no un espíritu humano, éste era divino.

Contra Apolinar, el primer concilio de Constantinopla (381 d.C) fijó que Cristo también tuvo un alma y un espíritu verdaderamente humanos, con voluntad y capacidad de decisión.

Concilio de Éfeso
Concilio de Éfeso de 431. Mosaico de la basílica de Fourvière, (Lyon)

NESTORIANISMO

Nestorio fue discípulo de Teodoro de Mopsuesto y patriarca de Constantinopla.

En su controversia con Cirilo, se negó a reconocer que la virgen María era la madre de Dios arguyendo que una criatura no pudo dar a luz al Creador.

Sostuvo que en la persona de Jesús, convivían tres personas diferentes: una persona divina, una humana y una tercera que actuaba como nexo de unión entre las dos.

A Jesús se le podía adorar, no por ser Dios, sino por el Dios que vivía en él.

Nestorio fue condenado y depuesto en el concilio de Éfeso (431 d.C) en el que se definió a María como Theotokos porque dio a luz según la carne al Verbo de Dios hecho carne.

Para interpretar la unidad de Cristo que Calcedonia había defendido y un siglo después, Constantinopla III, en el 681 d.C., añadía un detalle, no menor, a la doctrina sobre la integridad de estas dos naturalezas.

Cristo poseía una voluntad divina y una voluntad humana, y estas dos voluntades no se confundían entre sí.

Las conclusiones sobre Jesucristo del proceso conciliar, fueron recogidas en el concilio de Calcedonia en las siguientes palabras que como ya hemos dicho, han sido aceptadas y suscritas por casi todas las denominaciones cristianas:

«Siguiendo, pues, a los Santos Padres, todos a una voz enseñamos que ha de confesarse a uno solo y el mismo Hijo, nuestro Señor Jesucristo, el mismo perfecto en la divinidad y el mismo perfecto en la humanidad, Dios verdaderamente, y el mismo verdaderamente hombre de alma racional y de cuerpo, consustancial con el Padre en cuanto a la divinidad, y el mismo consustancial con nosotros en cuanto a la humanidad, semejante en todo a nosotros, menos en el pecado [Hebreos 4, 15]; engendrado del Padre antes de los siglos en cuanto a la divinidad, y el mismo, en los últimos días, por nosotros y por nuestra salvación, engendrado de María Virgen, madre de Dios, en cuanto a la humanidad; que se ha de reconocer a uno solo y el mismo Cristo Hijo Señor unigénito en dos naturalezas, sin confusión, sin cambio, sin división, sin separación, en modo alguno borrada la diferencia de naturalezas por causa de la unión, sino conservando, más bien, cada naturaleza su propiedad y concurriendo en una sola persona y en una sola hipóstasis, no partido o dividido en dos personas, sino uno solo y el mismo Hijo unigénito, Dios Verbo Señor Jesucristo, como de antiguo acerca de Él nos enseñaron los profetas, y el mismo Jesucristo, y nos lo ha trasmitido el Símbolo de los Padres. Así, pues, después que con toda exactitud y cuidado en todos sus aspectos fue por nosotros redactada esta fórmula, definió el santo y ecuménico Concilio que a nadie será lícito profesar otra fe, ni siquiera escribirla o componerla, ni sentirla, ni enseñarla a los demás.»

-Concilio de Calcedonia-

A caballo entre la teología patrística y la escolástica, cabe destacar la herejía que surgió en el siglo VIII y de la que sus principales promotores fueron los obispos españoles Félix de Urgel y Elipando de Toledo, por lo que también se la conoce como herejía española.

Estos hombres, a pesar de que aceptaban la declaración del concilio de calcedonia, sostenían que Jesucristo fue siempre Hijo propio de Dios, por su generación eterna de Padre, pero que, en cuanto hombre, como descendiente de David, fue también hijo adoptivo espiritual de Dios a partir de su bautismo en el Jordán.

Esta herejía, olvida que la persona de Jesucristo era un todo y que no existe en el tal división que permita adoptar una parte sin la otra.

Cristología Medieval o Escolástica

En este periodo de tiempo, aunque la intensidad de las discusiones cristológicas era menor, no dejó de haber opiniones encontradas.

De un lado podemos poner el ejemplo de Tomás de Kempis que hacía un especial énfasis en el Jesús-hombre y del lado contrario podemos citar a Pedro Lombardo, también conocido como el maestro de las sentencias, que llegó a afirmar que en comparación con su divinidad, la humanidad de Cristo era como nada.

En la cristología escolástica cabe destacar la aportación de Anselmo de Canterbury.

Anselmo fue el primer escritor cristiano que dedicó un libro entero a tratar el tema de la obra redentora de Cristo.

LA REFORMA

Los reformadores insistieron en abandonar las concepciones metafísicas de la filosofía aristotélica, que son manifiestas en la obra de Aquino, con el fin de volver a una comprensión más basada en las Escrituras sobre Jesucristo.

La reforma en general aceptó, así como la Iglesia de Roma, las posturas formuladas en el concilio de Calcedonia.

La Ilustración

LAS ÉPOCAS MODERNA Y ACTUAL

La Ilustración sometió a su escrutinio racional, a todas las disciplinas incluyendo la teológica.

Se puso en duda la autenticidad de los textos bíblicos y se buscaron soluciones intelectuales para cuestiones espirituales intentado explicar desde una perspectiva humana, cuestiones divinas que son inexplicables y que entran en el ámbito de la fe.

Este fue el caldo de cultivo en el que se gestó lo que se conoce como la:

Búsqueda del Jesús histórico

Esta búsqueda se divide en tres etapas:

  • la antigua búsqueda
  • la nueva búsqueda
  • la tercera búsqueda del Jesús histórico.
LA ANTIGUA BÚSQUEDA

Es generalmente aceptado que esta etapa comienza con la publicación, por parte de su alumno Lessin, de los escritos de Hermann S. Reimarus entre 1774 y 1778.

En estos escritos, Reimarus expone que Jesús no quiso fundar una religión y no realizó milagros.

Jesús fue un Mesías político que quería fundar un reino terrenal y no pretendía ser el Hijo de Dios.

Los discípulos profundamente frustrados, para maquillar el fracaso político de Jesús, inventaron y transformaron su vida convirtiéndola en un manifiesto religioso-escatológico que es él Jesús que nos presentan los evangelios.

Este movimiento que se inició con Reimarus, empezó con fuerza con aportaciones como las de:

  • Baur, que convierte a Jesús en un portador de ideales.
  • Strauss, que reduce a Jesús a un símbolo que transmite un ideal. 
  • Harnack, que ofrece una nueva interpretación de la relación de Jesús con el Padre.
  • Renan, que reivindica la historicidad de los evangelios.
  • Kähler, que es el primero en introducir la distinción entre el Jesús de la historia y el Cristo de la fe.
  • Wrede, que sostiene que Marcos no es un libro histórico sino teológico.

Como si fuera una ola, la antigua búsqueda comenzó con mucho ímpetu pero se acabó diluyendo con las proposiciones de Bultman.

Bultman, sostenía que era imposible conocer al Jesús histórico pues los evangelios, no eran textos históricos desde un punto de vista crítico.

Para Bultman los evangelios son compilaciones de la doctrina de la iglesia primitiva que habría que desligar de toda consecuencia histórica y que probablemente Jesús nunca dijo.

Por lo tanto, hay que estudiar cada una de las proposiciones que se ponen en boca de Jesús, para desenvolverlas de su ropaje histórico, porque lo importante es el mensaje, no la historia ni la persona.

A cada una de esas proposiciones las llamó “formas”.

El método hermenéutico que propulsó fue el análisis de las formas de una manera independiente y desvinculada de las otras, conocido como la “historia de las formas”.

Para Bultman, los milagros son exageraciones de la iglesia primitiva de la obra de Cristo y los llama mitos, por lo tanto hay que interpretarlos de esa manera con un método racionalista que se llama desmitologización, que no es otra cosa que quitar lo sobrenatural al milagro.

Con los planteamientos de Bultman, se entra en un periodo entre la primera y la segunda etapa, en el que la fuerza de la ola se va diluyendo y que se denomina No Quest (No búsqueda).

LA NUEVA BÚSQUEDA

Comienza el 20 de Octubre de 1953 con una conferencia dada por Ernst Kässeman titulada “El problema del Jesús Histórico”. 

En esta conferencia, Kässeman argumenta que la cruz y la resurrección son el punto central de nuestra fe. Que el Jesús histórico y el Cristo de la fe son inseparables y que la gracia del Cristo de la fe irrumpe en la realidad histórica a través de la salvación.

Hace énfasis en la importancia del Cristo de la fe pero abre la puerta a la investigación sobre el Jesús histórico como fuente de autoridad.

En esta etapa, cabe destacar el trabajo de:

Joachim Jeremías, que hace hincapié en la encarnación como acontecimiento histórico que nos transmite al Cristo de la gracia

G. Bornkamm, que en sus investigaciones hace énfasis en las acciones de Jesús y su personalidad

Fuchs y Ebeling, que son considerados los padres de la denominada “Nueva Hermenéutica” he insisten en que la predicación de Cristo es un mensaje que produce fe y amor considerando a este como la Palabra misma que cambia al mundo

Robinson, que sostiene que la palabra predicada por Jesús y recogida en el Nuevo Testamento, puede ser gnóstica, docetista o paulina y que él se queda con aquellas partes que producen una apertura existencial que nos conduce a conocer al Jesús histórico y Perrin que analiza uno a uno todos los dichos de Jesús para ver si son auténticos atendiendo a cuatro criterios: antigüedad, testimonio múltiple, discontinuidad y cohesión.

LA TERCERA BÚSQUEDA

la denominación de Tercera búsqueda del Jesús histórico fue propuesta por Stephen C Neill Tom Wright en 1988, aunque se considera que sus planteamientos se venían forjando desde 1965 y otros sitúan sus inicios en el 1980 y llega hasta nuestros días.

En esta nueva etapa, se rebasan los ámbitos de la filosofía y la teología, dando entrada a numerosos estudios de diversos campos como la sociología, la psicología, la historiografía y la arqueología.

Esta etapa se caracteriza por la diversidad de imágenes que se le han dado a Jesucristo en virtud del rasgo que se favorece.

A continuación enumeramos alguno de esos rasgos y el autor que los favorece:

  • Jesús como mago (Smith).
  • El Jesús carismático (Vermes y Borg).
  • El exorcista (Twelftree).
  • El abanderado de la protesta social (Horsley y Kaylor).
  • Jesús el maestro de sabiduría (Crossan y Mack).
  • Jesús el sanador profeta escatológico (Sanders y Meier).

Del estudio de las etapas de la búsqueda del Jesús histórico sacamos las siguientes conclusiones:

Conclusiones

PRIMERA CONCLUSIÓN

El Jesús histórico y el Cristo de la fe son el mismo, es decir, aquel Jesús que caminaba por Palestina haciendo milagros, y fue crucificado, es la misma persona que quien fue presentado en la predicación de Pablo, Pedro y los apóstoles.

Pero hay un desarrollo en la descripción de Jesús.

Por ejemplo: en Marcos, vemos el sufrimiento de Jesús como el siervo de Dios

En Apocalipsis vemos el mismo siervo levantado como el cordero reinando en el trono de Dios

En los escritos de Pablo, encontramos el significado del Jesús resucitado.

SEGUNDA CONCLUSIÓN

En las etapas de la Búsqueda del Jesús Histórico, descubrimos una inquietud constante relacionada con los eventos históricos sobre Jesús.

La Antigua Búsqueda, trataba de enfocar cómo era Jesús en Palestina, la Nueva Búsqueda quería resaltar el encuentro con el Jesús vivo.

La posición conservadora en la Tercera Búsqueda encuadra nuestra necesidad en ser encontrados por Jesús y su esfuerzo en su historia por relacionarse con nosotros.

TERCERA CONCLUSIÓN

Sin embargo, advertimos un riesgo en el despliegue de la imaginación y los intereses humanos.

El cambio desde la Antigua Búsqueda hasta la Tercera Búsqueda nos avisa del peligro de hacer un Jesús a la imagen de nuestra conveniencia.

En la Antigua Búsqueda Jesús resultó un hombre liberal, un esenio, un humanista, un político libertador.

En la Nueva, Él salió como un existencialista.

Y en la Tercera, diferentes grupos están poniendo su propia interpretación sobre Jesús según sus posiciones teológicas o políticas.

Dentro de la iglesia evangélica hay el peligro de interpretar a Jesús según nuestros prejuicios, opiniones e intereses.

Es importante hacer todo lo posible para ser objetivos, sinceros, dependientes en humildad en nuestra interpretación, exposición y vivencia sobre la persona de Jesús de Nazaret, el Cristo, el Hijo de Dios que se hizo hombre para nuestra salvación.

Concluimos que la separación propuesta en las sucesivas etapas entre Jesús (histórico) y Cristo (fe) es antinatural y lo más grave, anti-bíblica por lo que nos quedamos con el título que engloba ambas ramas de pensamiento y tendencia, haciéndolas una realidad indivisible; Jesucristo.


Camino de Emaús

EL MESÍAS PROFETIZADO: JESUCRISTO

Siempre nos ha llamado mucho la atención el episodio de los dos discípulos que se encuentran con Jesús en el camino de Emaús.

Cada vez que la leemos nos invade un sentimiento de “envidia” sana porque nos habría encantado formar parte de esa clase magistral que recibieron los discípulos sobre lo que se declara en las Escrituras, que son el Antiguo Testamento, sobre Jesucristo, su nacimiento, su ministerio y su pasión, dada por Él mismo.

La Biblia revela la historia de la Salvación que había de ser plenamente realizada en Jesucristo y por medio de Él.

El Antiguo Testamento, va anunciando poco a poco al Mesías, Salvador de su pueblo, y aún de los que estaban lejos de manera inclusiva.

Es por ello que hacemos un breve resumen de las profecías más destacadas del Antiguo Testamento cumplidas en el Nuevo, a las que estamos convencidos que Jesús hizo referencia en el camino :

  • En Génesis 12:3, Dios revela a su escogido Abraham que 
    “…serán benditas en ti todas las familias de la tierra.” 
    Esta promesa fue hecha a Abraham a causa de su simiente o descendencia (vs. Genesis 12:7 comp. con Gálatas 3:8, 16), de manera que de algún modo, pudo ver “el día” de Cristo (Juan 8:56).
  • En Génesis 49:10, Jacob profetiza que 
    “…no será quitado el cetro de Judá, ni el legislador de entre sus pies, hasta que venga SILOH, y a él se congregarán los pueblos” (comp. con Juan 12:32).
  • En Números 24:17,
    Balaam se ve forzado a profetizar que, en un futuro no cercano, 
    “…saldrá la ESTRELLA de Jacob, y se levantará el cetro de Israel.”
    Como advierte en una nota a este versículo la Biblia de Jerusalén, 
    “en el oriente antiguo, la estrella es el signo de un dios; de ahí pasó a ser signo de un rey divinizado”.
    Si comparamos este texto con Apocalipsis 22:16
    “Yo Jesús…Soy la raíz y el linaje de David, la estrella resplandeciente de la mañana…”, entendemos mejor por qué los magos de oriente atraídos por la estrella de Jesús vinieron a ofrecer presentes a un Dios y a un Rey. (Mateo 2:1 –11).
  • Deuteronomio 18:15 dice: 
    “Profeta de en medio de ti, de tus hermanos, como yo, te levantará Jehová tu Dios; a él oiréis”. 
    Serán los profetas los que van a continuar trayendo la Palabra de Dios.
    Pero este versículo y el 18 hablan de un profeta concreto como Moisés.
  • Si de la Ley pasamos a los Escritos y a los Profetas vemos que los Salmos 2, 22, 45 y 110 tienen un sentido claramente mesiánico, como puede verse por las referencias que a ellos hace el Nuevo Testamento.
    El salmo 2 anuncia el reinado del Mesías; el 22, sus padecimientos y su liberación; el 45 su fiesta nupcial; y el 110, su eterno sacerdocio, que es un sacerdocio regio (comp. con 1 Pedro 2:9).
  • Salmo 68:18. 
    “Subiste a lo alto, cautivaste la cautividad, tomaste dones para los hombres, y también para los rebeldes, para que habite entre ellos JAH Dios”.
  • Salmo 69:21
    “Me pusieron además hiel por comida, y en mi sed me dieron a beber vinagre”.
  • Salmo 118:22. 
    “La piedra que desecharon los edificadores ha venido a ser cabeza del Ángulo”.
  • Salmo 132:11
    “En verdad juró Jehová a David, y no se retractará de ello: de tu descendencia pondré sobre tu trono”.
  • Isaías 2:4. 
    “Y juzgará entre las naciones, y reprenderá a muchos pueblos; y volverán sus espadas en rejas de arado, y sus lanzas en hoces; no alzará espada nación contra nación, ni se adiestrarán más para la guerra”.
  • Isaías 7:14 
    profetiza su nacimiento y su nombre “Emmanuel” (Dios con nosotros); 
    9:6 sus títulos mesiánicos; 
    11:1–5 la plenitud de los dones del Espíritu Santo sobre Él para que gobierne con toda Justicia;
    todo el 53 anuncia la Obra Sustitutoria del Calvario; 
    61:1–3 la proclamación de la Buena Nueva Liberadora.
  • Jeremías 23:5–6 y 33:14–17 nos hablan del Rey Mesías descendiente y sucesor de David, bajo cuyo reinado se hará plena justicia, 
    “será Salvo Judá, e Israel habitará confiado”
  • Ezequiel 17:22 
    “Así ha dicho Jehová el Señor: Tomaré yo del cogollo de aquel alto cedro, y lo plantaré; del principal de sus renuevos cortaré un tallo, y lo plantaré sobre el monte alto y sublime”.
  • Daniel 2:34-44. 
    “Estabas mirando, hasta que una piedra fue cortada, no con mano, e hirió a la imagen en sus pies de hierro y de barro cocido, y los desmenuzó. Y en los días de estos reyes el Dios del cielo levantará un reino que no será jamás destruido, ni será el reino dejado a otro pueblo; desmenuzará y consumirá a todos estos reinos, pero él permanecerá para siempre”.
  • Daniel 7:13. 
    “Miraba yo en la visión de la noche, y he aquí con las nubes del cielo venía uno como un hijo de hombre, que vino hasta el Anciano de días, y le hicieron acercarse delante de él”.
  • Daniel 9:24–27, profiere la famosa profecía de las 70 semanas, dentro de las cuales “se quitará la vida al Mesías”.
  • Miqueas 5:2. 
    “Pero tú, Belén Efrata, pequeña para estar entre las familias de Judá, de ti me saldrá el que será Señor en Israel; y sus salidas son desde el principio, desde los días de la eternidad”.
  • En Hageo 2:7 se anuncia que el nuevo templo se llenará de la gloria cuando venga “el Deseado de todas las Naciones”.
  • Malaquías el que cierra la cuenta de los profetas del Antiguo Testamento, predice la preparación del Precursor y del propio Mesías: Malaquías 3:1. 
    “He aquí, yo envío mi mensajero, el cual preparará el camino delante de mí; y vendrá súbitamente a su templo el Señor a quien vosotros buscáis, y el ángel del pacto, a quien deseáis vosotros. He aquí viene, ha dicho Jehová de los ejércitos”.

Cuando se comparan todas estas profecías del Antiguo Testamento acerca del Mesías, con el cumplimiento que de tales profecías nos ofrece el Nuevo Testamento, podemos compartir las palabras de Agustín de Hipona cuando dijo:

«Novum Testamentum in Vetere latet, Vetus in Novo patet.»

-Agustín de Hipona-

TIPOS

Cuando leemos el Antiguo Testamento a la luz del Nuevo y de la venida de Jesucristo, es inevitable encontrar una y otra vez tipos e imágenes que nos dirigen y apuntan hacía el cumplimiento mesiánico del plan de redención en virtud de la latencia intra-testamentaria a la que hace referencia Agustín.

Por ello sólo citaremos unos cuantos, siendo conscientes de que hay muchos más, y sabiendo que el estudio de estos personajes y figuras podría redundar en muchísima bendición por lo que lo recomendamos encarecidamente.

Algunos de ellos son: Adán, Abel, Noé, el arca, Isaac y su sacrificio, Melquisedec, José, Moisés, los sacrificios de animales, la serpiente levantada en el desierto, las instrucciones para la construcción del tabernáculo y sus elementos de los que se habla brevemente en la carta a los Hebreos, Aaron y el sacerdocio, David, Booz, Jonás en la ballena etc.…


Jesús y Maria

ENCARNACIÓN

«Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley”.

Gálatas 4:4

La doctrina de la encarnación es de común aceptación en todos los grupos cristianos.

La Palabra habla claramente de ella en todo el Nuevo Testamento, siendo el primer capítulo de Juan una clara revelación de la Encarnación de Jesucristo, en quien confluyen dos naturalezas: es verdadero y totalmente Dios, y verdadero y totalmente hombre; y en el Antiguo Testamento como hemos reflejado anteriormente, también encontramos esta doctrina en diferentes profecías como por ejemplo Isaías 7:14; 9:6.

La importancia de la encarnación dinámica

La visión en la Palabra de una encarnación dinámica nos permite plantear una cristología bíblica bien formulada que nos ayuda a comprender la doble naturaleza de Cristo.

De hecho estamos convencidos de que si se hubiese partido desde esta premisa para la enunciación cristológica, se habrían cometido muchos menos errores a lo largo de la historia.

La dogmática clásica proponía una cristología atemporal, estática y válida para cualquier evento que tuviera que ver con Jesús.

Sin embargo, no es lo mismo contemplar a Jesús llorando, a Jesús comiendo o durmiendo en la barca, que a Jesús haciendo milagros o que al Jesús resucitado, y esa es la clave de la concepción dinámica de Cristo.

En ocasiones hablaba y actuaba como hombre, y en ocasiones hablaba y actuaba como el Dios que era.

De hecho, muchas veces debemos preguntarnos cuando vemos ciertas expresiones en la Palabra en qué contexto dijo Jesús esto o aquello; o cómo era Jesús cuando afirmó tal cosa.

Por ejemplo, en Juan 14:28 hablando como hombre, dice: 

«Habéis oído que yo os he dicho: Voy, y vengo a vosotros. Si me amarais, os habríais regocijado, porque he dicho que voy al Padre; porque el Padre mayor es que yo» 

Juan 14:28

En cambio, en Juan 10:27-30, hablando en su divinidad, dice:

«Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen,»

Juan 10:27

«y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano.»

Juan 10:28

Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre.

Juan 10:29

«Yo y el Padre uno somos.»

Juan 10:30

Estos textos no pueden ser entendidos en una concepción estática de la encarnación.

Jesús está planteando dos ideas contrarias en un mismo texto: «el Padre mayor es que yo y Yo y el Padre uno somos.»

¿Cómo se puede ser mayor si se es uno? No es un secreto que el Hijo se somete al Padre (Juan 5:19, 30; 7:16…), ni aún la doctrina de Jesús es suya, sino del Padre, en palabras de Jesús.

Manejando únicamente una encarnación estática, válida en todos los casos, la cristología estaría mal formulada.

En una encarnación dinámica, vemos que el Hijo se sometió al Padre, pero que en ningún momento dejan de ser uno.

La encarnación no rompe la unidad de Dios, sino que continúa con las verdades vertidas en toda la Palabra de Dios.

Por lo que Jesús no habla en estos textos de dos naturalezas, sino de dos momentos de su progreso como Verbo encarnado.

Él ha sido enviado y está sujeto al Padre, de hecho depende de Él (Hebreos 5:1-7); pero en cuanto a la encarnación no rompe su unidad, es uno con el Padre, aunque no veamos en ese momento el tiempo de su gloria preexistente ni su glorificación futura (Juan 17:5).

Pero Cristo apunta a ello en estos versículos como una realidad viva y dinámica. 

“Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad”. 

Juan 1:14

En esto consiste la encarnación que en todo su proceso fue viva y dinámica.


Jesus y su ministerio

MINISTERIO

Jesús y las personas

Nos ha parecido interesante e importante resaltar este aspecto del ministerio de Jesús.

En los tiempos de Jesús, tiempos en los que la acción social y la ayuda al necesitado eran casi inexistentes, Cristo rompe este esquema acercándose a la gente y preocupándose por sus problemas.

La actitud religiosa era de superioridad y distancia, sin embargo la actitud de Jesús fue de empatía.

En el ministerio de Jesús profetizado en Isaías y que él mismo leyó en Nazaret, la buena noticia, el evangelio, llega a los pobres, la sanidad a los quebrantados de corazón, la libertad a los cautivos y los oprimidos, la vista a los ciegos por lo que el ministerio de Jesús, es inseparable de ese componente de acercamiento.

Cuando Juan, estando encarcelado, se interesa por conocer si deben esperar a otro o si Jesús es el Mesías, la respuesta de Jesús fue: 

«Respondiendo Jesús, les dijo: Id, y haced saber a Juan las cosas que oís y veis.»

Mateo 11:4

 «Los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos son limpiados, los sordos oyen, los muertos son resucitados, y a los pobres es anunciado el evangelio;»

Mateo 11:5

«y bienaventurado es el que no halle tropiezo en mí.»

Mateo 11:6

Todo esto ya estaba profetizado en Isaías 35:5-7; Isaías 61:1-4.

Mientras el mundo ve en la necesidad humana y en la miseria de las naciones, familias y personas una injusticia y dudas con respecto a Dios (preguntándose ¿si Dios es tan bueno, porque permite esto?) la Palabra nos sitúa a Cristo en su encarnación en plena identificación con el pobre, el enfermo, la viuda, el dolor humano, la marginalidad y solidarizándose con su problemática.

Pero sobre todas las cosas, solucionando aquel que era el mayor problema de todos, la fuente de todos los desequilibrios: el pecado y la separación de Dios.

La pobreza, la enfermedad, la miseria y la injusticia son un resultado de la distancia entre Dios y los hombres y eso es lo que Cristo vino a solucionar.

Muchas personas eran marginadas en la sociedad por razones varias.

Las mujeres, los niños, los que nacían con defectos o adquirían enfermedades (sobre todo la ceguera, la lepra,…) se encontraban en condición de desigualdad social.

Jesús permite que los niños vengan a Él, dignifica a la mujer, come con pecadores, se atreve a conversar y a visitar a ladrones sociales, publicanos, explotadores de otros, para traer esperanza y salvación a muchos.

En la actualidad, existen movimientos sociales muy diversos.

Y a lo largo de la historia se ha justificado la revolución social en nombre de Jesús, provocando desastres terribles.

Hoy tenemos teologías en base a la liberación de pueblos oprimidos, teologías de evangelio social, y un montón de teorías que van desde el Papa Francisco hasta el partido político Podemos.

En ocasiones, se admiten pecados en aras de la dignificación de la persona, como la homosexualidad, el asesinato, y cosas que van contra Dios.

Por eso, deben de analizarse las motivaciones que llevan al cristiano a prestar ayuda a los demás y cuáles los objetivos finales.

Cristo no vino a solucionar las injusticias sociales de una vez por todas, de hecho dijo que a los pobres los tendríamos siempre entre nosotros; pero sí que vino a solucionar definitivamente la fuente de todas esas injusticias: el pecado. Y lo hizo.

La buena nueva del Evangelio, es que Cristo se encarnó para traer salvación y en su trato con la gente, Jesús dejó bien claro que esa salvación era inclusiva, no exclusiva como proponía la religión oficial.

La salvación no estaba reservada para unos pocos cumplidores de la Ley, sino para todos aquellos que con fe, respondían en obediencia a su ofrecimiento soberano y de gracia.

Jesús y la enseñanza

Una de las actividades más destacadas del ministerio de Jesús es la enseñanza.

Podemos leer en Marcos 10:1: 

“Levantándose de allí, vino a la región de Judea y al otro lado del Jordán; y volvió el pueblo a juntarse a él, y de nuevo les enseñaba como solía”.

Marcos 10:1 

El evangelista, da a entender que Jesús frecuentaba, era su labor cotidiana, su costumbre de enseñar al pueblo, a todos, a los que se juntaban a Él, que en muchas ocasiones eran miles.

La figura de Jesús como Maestro en absoluto era extraña para la gente de la época.

De hecho era normal que se formaran escuelas o grupos de seguidores alrededor de un maestro.

Los discípulos de Juan el Bautista o los instruidos a los pies de Gamaliel (Hechos 22:3), son prueba de ello.

Pero las enseñanzas de Jesús tenían unas características muy peculiares que le hacían ser diferentes, de hecho la gente se admiraba, tanto de su enseñanza como de su autoridad.

En palabras bíblicas: 

“Y cuando terminó Jesús estas palabras, la gente se admiraba de su doctrina;»

Mateo 7:28

«porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas”.

Mateo 7:29

“Hubo entonces disensión entre la gente a causa de él.»

Juan 7:43

Y algunos de ellos querían prenderle; pero ninguno le echó mano.»

Juan 7:44

«Los alguaciles vinieron a los principales sacerdotes y a los fariseos; y éstos les dijeron: ¿Por qué no le habéis traído?»

Juan 7:45

«Los alguaciles respondieron: ¡Jamás hombre alguno ha hablado como este hombre!”

Juan 7:46

Las enseñanzas de Jesús no eran humanas ni procedían de hombre, sino que eran divinas, Jesús es Dios.

Esta identificación se hace clara en la Palabra y Jesús enseña de manera que su Palabra es categórica, indiscutible, rotunda, certera, precisa, sabia y perfecta.

Por lo que acudir a la enseñanza de Jesús, profundizar en ella, estudiarla, comprenderla y ponerla por obra, es garantía de sana profesión de fe.

¿Sobre qué enseñó Jesús?

Como ejemplo sólo hemos señalado los textos de Mateo que hacen referencia a los temas que comprenden la enseñanza de Jesús pues este tratado no versa sobre ese tema que es amplio y rico.

Para analizar correctamente su enseñanza habría que hacer un recorrido más amplio por los cuatro evangelios especialmente, y por todo el resto del Nuevo Testamento.

  • Sobre los súbditos del reino, características que debían tener, relaciones interpersonales y relaciones con el Rey (Mateo 5-7; 18:15-22; 19:1-12).
  • Sobre la corrupción de la religión y la imposibilidad de esta para hacernos súbditos de ese reino de los cielos (Mateo 16:1-12; 21:12-21; 23).

Muerte de Jesús

MUERTE Y RESURRECCIÓN

La muerte de Jesús

Los hechos que llevaron a Jesús a la cruz se pueden ver desde dos aspectos muy distintos pero ambos reales.

Por un lado, las cuestiones socio-políticas y religiosas de la época y de otro lado, su misión y las tensiones espirituales que revela la Palabra en cuanto a lo ocurrido en torno a la persona de Jesús.

CAUSAS POLÍTICAS, RELIGIOSAS Y HUMANAS

Jesús en muchas ocasiones se enfrenta a los escribas, los sacerdotes, los fariseos, incluso destapando la falsedad de sus tradiciones.

Esto irritaba a las autoridades judías.

Por lo que se dice que la muerte de Jesús fue una muerte por cuestiones políticas y religiosas.

Esta visión parece ajustarse a las pretensiones de muchos en diferentes épocas de la historia.

Aún más en los últimos sesenta años, pretendiendo ver en Jesús un revolucionario, un personaje político, o un luchador contra la opresión y la injusticia social.

De esta forma, parece que Jesús reforzaría la idea de usar cualquier cosa para liberar a las personas de la explotación y manipulación que el propio ser humano hace de otros seres humanos.

Centrándonos en Jesús, y en las causas humanas, sería adecuado señalar que:

Jesús sufrió las consecuencias de su propia vida, de su predicación, de su riesgo, de su pasión por el ser humano, de servir de espejo a gente que no estaba ni por asomo a su altura, de su popularidad, de sus milagros, de declararse el Mesías, de revelar que es el Hijo de Dios, de enfrentar al ser humano con su propia miseria y mostrarse como salvador y transformador de una humanidad caída para conducirla a una humanidad nueva.

En todo su ministerio levantó mal estar, creó recelos entre los que se sentían cómodos con su proceder religioso y suscitó envidias en la casta religiosa de la época, que para los judíos eran los sacerdotes y escribas.

La forma que tenían los sacerdotes y la jerarquía religiosa judía de condenar a muerte a Jesús era vincularlo con algún delito que en la ley romana estuviese castigado con la pena de muerte.

Los judíos no podían traerlo delante del gobernador diciendo que Jesús se había revelado como Hijo de Dios y argumentar que según su Ley, por este motivo Jesús debía morir, porque los judíos como pueblo sometido a un imperio no podían condenar a nadie en virtud de sus propias leyes.

Tenían que encontrar la forma de darle muerte, de quitarlo de en medio.

Esa formula la encontraron acusando a Jesús de la pretensión de ser el Rey terrenal de los judíos.

Esto sí se oponía a Roma:

“Levantándose llevaron a Jesús a Pilato.»

Lucas 23:1

«Y comenzaron a acusarle, diciendo: A éste hemos hallado que pervierte a la nación, y que prohíbe dar tributo a César, diciendo que él mismo es el Cristo, un rey.»

Lucas 23:2

«Entonces Pilato le preguntó, diciendo: ¿Eres tú el Rey de los judíos? Y respondiéndole él, dijo: Tú lo dices.»

Lucas 23:3

«Y Pilato dijo a los principales sacerdotes, y a la gente: Ningún delito hallo en este hombre.»

Lucas 23:4

«Pero ellos porfiaban, diciendo: Alborota al pueblo, enseñando por toda Judea, comenzando desde Galilea hasta aquí”.

Lucas 23:5

Pero aun así Pilato no ve causa de muerte ni de cárcel para Jesús porque en ningún momento Jesús quiso constituirse Rey físico de los judíos ni instó a que los ciudadanos abandonaran sus obligaciones tributarias para con Roma.

Pilato sabía que los principales sacerdotes hacían esto por envidia.

“Porque conocía que por envidia le habían entregado los principales sacerdotes”.

Marcos 15:10

 Sin embargo, los sacerdotes no dan por terminado el juicio e incitan al pueblo:

“Mas los principales sacerdotes incitaron a la multitud para que les soltase más bien a Barrabás.»

Marcos 15:11

Respondiendo Pilato, les dijo otra vez:¿Qué, pues, queréis que haga del que llamáis Rey de los judíos?

Marcos 15:12

«Y ellos volvieron a dar voces: ¡Crucifícale!»

Marcos 15:13

«Pilato les decía: ¿Pues qué mal ha hecho? Pero ellos gritaban aun más: ¡Crucifícale!»

Marcos 15:14

«Y Pilato, queriendo satisfacer al pueblo, les soltó a Barrabás, y entregó a Jesús, después de azotarle, para que fuese crucificado”.

Marcos 15:15

Tanta era la insistencia, que Pilato tuvo miedo y no quiso que esa muerte estuviera sobre él.

Incluso la mujer de Pilato le advierte sobre la muerte de Jesús por causa de un sueño que ella tuvo esa misma noche.

Pilato quiere soltarle, tiene miedo de Jesús y tiene miedo de la multitud.

Al final ama más su puesto y su reputación.

Ante una revuelta que tenga que sofocar con soldados y muertes, prefiere lavarse las manos y trasladar la responsabilidad.

Pero la verdadera causa terrenal de la muerte de Jesús no es el miedo de Pilato, sino la envidia y el afán de poder de los principales sacerdotes.

 ¿De dónde venía esta envidia y este afán?

Mateo encuadra la fuente de la envidia en los acontecimientos que se dieron en y después de la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén, la purificación del templo, los grandes discursos sobre la Segunda Venida, pero sobre todo, la acusación que Jesús hace contra los fariseos y los escribas.

Marcos también establece el complot para matar a Jesús en el mismo ambiente pero no menciona la acusación de Jesús a escribas y fariseos.

Lucas refiere que este complot es porque los sacerdotes temían al pueblo en el mismo contexto que Mateo.

Juan pone como origen de este complot para matar a Jesús las señales y las maravillas que hace, y la ambientación la sitúa después de la resurrección de Lázaro.

Y nosotros estamos totalmente de acuerdo.

Todas estas causas y probablemente muchas más, incitaron a los dirigentes judíos a actuar como actuaron.

Desde el principio, Jesús fue una china en su zapato.

Para el judío común, Jesús muere como un profeta que se ha pasado en sus atribuciones.

Para la autoridades judías como una amenaza erradicada a su posición y al judaísmo, como una voz que decía la verdad que les era incómoda e irritante hasta el punto de matarla.

Para Roma, como una amenaza de revuelta sofocada.

En eso podríamos resumir las causas físicas: políticas, religiosas y humanas.

CAUSAS ESPIRITUALES

La obediencia.

Jesús con su muerte trae la salvación a la humanidad.

Este hecho es crucial para cada ser humano.

En las Escrituras encontramos al Hijo de Dios hecho hombre haciéndose obediente hasta la muerte en una cruz.

Cristo es el Primogénito de los obedientes.

Cristo fue obediente en sí mismo, en su soledad, e incluso en medio de un mundo de desobediencia, de pecado y de maldad.

Con su vida y con su muerte, Cristo está diciendo a todos, a Dios y a lo creado, es posible ser obediente, vine para ser obediente, podemos aprender a obedecer a Dios.

Lo podemos comprobar en los siguientes versículos:

«…y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.»

Filipenses 2:8

«Y aunque era Hijo, por lo que padeció aprendió la obediencia».

Hebreos 5:8

«No puedo yo hacer nada por mí mismo; según oigo, así juzgo; y mi juicio es justo, porque no busco mi voluntad, sino la voluntad del que me envió, la del Padre».

Juan 5:30

«Jesús les dijo: Mi comida es que haga la voluntad del que me envió, y que acabe su obra».

Juan 4:34

«Padre, si quieres, pasa de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya».

Lucas 2:42

La destrucción total de la propia muerte y del pecado.

Una de las consecuencias físicas de la caída de Adán y su pecado fue la muerte.

El hombre no está diseñado para morir pero por la falta de este primer hombre, sufrimos muerte física y muerte espiritual, por el pecado se introdujo la muerte.

Cristo murió para darnos vida, vida después de la vida, vida eterna y la muerte no tendrá más poder sobre nosotros porque fue vencida en la cruz.

 «Porque preciso es que él reine hasta que haya puesto a todos sus enemigos debajo de sus pies.»

1 Corintios 15:25

«Y el postrer enemigo que será destruido es la muerte.»

1 Corintios 15:26

«Porque todas las cosas las sujetó debajo de sus pies».

1 Corintios 15:27

“Y cuando esto corruptible se haya vestido de incorrupción, y esto mortal se haya vestido de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita: Sorbida es la muerte en victoria.»

1 Corintios 15:54

«¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria?»

1 Corintios 15:55

«ya que el aguijón de la muerte es el pecado, y el poder del pecado, la ley”.

1 Corintios 15:56

«Y la muerte y el Hades fueron lanzados al lago de fuego. Esta es la muerte segunda”.

Apocalipsis 20:14

“…pero ahora, en la consumación de los siglos, se presentó una vez para siempre por el sacrificio de sí mismo para quitar de en medio el pecado”.

Hebreos 9:26

La muerte de Jesús manifiesta y revela la justicia de Dios.

Muchas veces se escucha decir al ser humano: “no es justo”. Con esta vindicación se pretende conseguir o denunciar lo que una persona considera que le pertenece por derecho.

Con esta expresión y con las actitudes de cada persona se plasman la justicia humana en general, mutable, que varía a lo largo del tiempo, que se puede interpretar y que, además, está sujeta a la visión y a la perspectiva de cada posición y de cada momento.

En cambio, la justicia de Dios es diferente. La justicia de Dios es cargar en Cristo nuestro pecado para que nosotros seamos propicios.

El creyente renuncia a su propia justicia para tomar la justicia de Dios y esa justicia no es como la humana que es influenciable y mutable, la justicia de Dios es la única justa e inmutable.

«Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él».

2 Corintios 5:21

«Siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús,»

Romanos 3:24

«a quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre, para manifestar su justicia, a causa de haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados».

Romanos 3:25

La muerte de Cristo manifiesta y revela el amor de Dios. 

Juan 3:16, establece la cantidad de amor que tuvo Dios para con nosotros, una cantidad tal, que para satisfacer su propia justicia, entregó a su único hijo para que diera su vida por nosotros, los que no lo merecíamos de ninguna manera, los que estábamos muertos en nuestros delitos y pecados.

«Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó,»

Efesios 2:4

«aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos)».

Efesios 2:5

«Sed, pues, imitadores de Dios como hijos amados. 2 Y andad en amor, como también Cristo nos amó, y se entregó a sí mismo por nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios en olor fragante».

Efesios 5:1
Resurreción de Jesús

La resurrección de Jesús

La resurrección de Jesús posee en sí misma un sentido bíblico tan profundo como real e histórico.

La resurrección es el fin último de la misión de Cristo, de la encarnación

Da sentido a la fe del creyente, la acredita y la respalda, teniendo en ella el motivo máximo.

De la resurrección de Jesús, Pannenberg dice:

“La resurrección de Jesús de entre los muertos, algo cierto para sus discípulos, también para su seguidor Saulo, a causa de las apariciones del Resucitado, constituye el origen del anuncio apostólico de Cristo, convirtiéndose de este modo en punto de partida de la historia de la cristología primitiva.

Sin la resurrección de Jesús no se habría dado ni el mensaje misionero de los Apóstoles ni una cristología centrada en la persona de Jesús.

Sin este acontecimiento, como escribía Pablo a los corintios, la fe de los cristianos sería vana (1 Corintios 15: 17).”

-Wolfhart Pannenberg-

 Romanos 6:5 dice: 

«Porque si fuimos plantados juntamente con él en la semejanza de su muerte, así también lo seremos en la de su resurrección».

Romanos 6:5

«y ser hallado en él, no teniendo mi propia justicia, que es por la ley, sino la que es por la fe de Cristo, la justicia que es de Dios por la fe;»

Filipenses 3:9

«a fin de conocerle, y el poder de su resurrección, y la participación de sus padecimientos, llegando a ser semejante a él en su muerte,»

Filipenses 3:10

«si en alguna manera llegase a la resurrección de entre los muertos».

Filipenses 3:11

«Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que según su grande misericordia nos hizo renacer para una esperanza viva, por la resurrección de Jesucristo de los muertos,»

1 Pedro 1:3 

«para una herencia incorruptible, incontaminada e inmarcesible, reservada en los cielos para vosotros,»

1 Pedro 1:4

«que sois guardados por el poder de Dios mediante la fe, para alcanzar la salvación que está preparada para ser manifestada en el tiempo postrero».

1 Pedro 1:5

«El bautismo que corresponde a esto ahora nos salva (no quitando las inmundicias de la carne, sino como la aspiración de una buena conciencia hacia Dios) por la resurrección de Jesucristo,»

1 Pedro 3:21

«quien habiendo subido al cielo está a la diestra de Dios; y a él están sujetos ángeles, autoridades y potestades».

1 Pedro 3:22

Se inicia así una nueva creación y una nueva humanidad en esperanza, que aguarda ser liberada y que tiene proyección eterna en la presencia de Dios.

La resurrección de Jesús nos sitúa ante una nueva humanidad, que conlleva una nueva vida, un nuevo hombre en nosotros según Cristo.

Un cambio total y absoluto.

Ahora, ¿Cuál es la señal de que hemos pasado de muerte a vida?

El amor que ha sido derramado en nosotros y que nosotros manifestamos hacia Dios y hacia los que nos rodean.

El amor es el signo inequívoco de una vida transformada por el poder de Dios, que se entrega en un altruismo incomparable, a Dios y a los demás.

El amor es la prueba de nuestro paso de muerte a vida.

Manifestemos ese amor que hemos recibido de gracia y la comprensión de que nuestro Señor, se encarnó en amor y por amor, ejerció su ministerio en amor y por amor, murió en amor y por amor y resucitó en amor y manifestando su precioso amor.

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